Conste que el viaje a Moscú del Madrid, que duró 14 horas, fue más propio de otro siglo. Dicho esto, conviene añadir que al conjunto de Imbroda, hoy por hoy, no le alcanza ni siquiera para toser al CSKA, un soberano equipo al que un estadounidense, Holden, y un lituano, Songaila, dan un plus de calidad. El que no tiene el Madrid, que sufre y malvive en cada ataque estático, en cada rebote, en cada tiro libre. Así las cosas, el CSKA, un equipo que ha ganado 10 de los 11 partidos oficiales que ha disputado, pasó un rato divertido ante un rival que sólo a ratos mereció tal nombre y al que no inflingió un mayor castigo (llegó a ir ganando por 25 puntos) porque en el Madrid viven varios jugadores a los que no les va sentirse apaleados y quedarse de brazos cruzados.
CSKA DE MOSCÚ 90| REAL MADRID 75
CSKA: Holden (13), Hatzivretas (13), Songaila (20), Khryapa (1), Bashminov (13); Papalukas (1), Panov (6), Pashutin (3), Monya (6), Gatling (16) y Padius. Real Madrid: Hawkins (7), Mumbrú (1), Lucio Angulo (9), Alston (16), Hernández-Sonseca (10); Victoriano (12), Digbeu (4), Herreros (10), Tarlac y Alfonso Reyes (6). Árbitros: Pitsilkas (Grecia), Mpotitsis (Suecia) y Janac (Eslovaquia). 4.000 espectadores.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 8 de noviembre de 2002