En agosto de 1976, unos meses después del golpe de Estado en Argentina, Adriana Kaplan llegó exiliada a España. Aquí debió superar las dificultades de la integración. Desde hace años, como antropóloga, trabaja en Cataluña con mujeres inmigrantes de países como Gambia y Somalia y reflexiona sobre un fenómeno especialmente llamativo en Occidente: las mutilaciones genitales femeninas.
Pregunta. Usted vivió un proceso de integración. ¿Cómo fue?
Respuesta. La integración es un proceso muy complejo y depende de la sociedad de la que proviene el inmigrante. Yo no tuve dificultades de cultura o lenguaje pero había perdido el sustento familiar.
P. ¿Cuáles son los escollos que deben salvar hoy las mujeres inmigrantes en España?
R. Un tema humano básico es la organización del tiempo. Las mujeres, por ejemplo, tienen conciencia de su cuerpo, pero la menstruación la cuentan no por días sino por lunas, y eso entraña dificultades en la atención médica. También cambian las relaciones de género, pues los maridos deben asumir las funciones reservadas a las ancianas en su país de origen.
P. ¿Cómo aprecian las inmigrantes el rechazo por los hábitos vinculados a las mutilaciones?
R. La mutilación es un tema que a nosotros nos horroriza, pero cuando hablas con ellas responden que sus problemas auténticos son otros: el trabajo que no tienen o la dificultad de mantener una relación con los maestros de sus hijos. Ellas sienten una extraordinaria vergüenza después de ver algunos de esos programas televisivos donde presentan las mutilaciones como un rasgo de salvajismo.
P. ¿Cómo justifican tales hábitos?
R. Ellas reivindican la práctica de las mutilaciones porque creen, por ejemplo, que sólo una mujer circuncidada puede cocinar para sus hijos. Nuestra tarea consiste en mostrar que esas creencias se contradicen con la experiencia, pero la tarea no es sencilla pues tenemos que cuestionar la autoridad de los mayores.
P. ¿Hay en España hoy casos de mutilación?
R. Los pocos casos que hubo fueron en 1993. Una gambiana viajó a España para circuncidar a varias mujeres. Aquí ya no se hace, lo que no quiere decir no lleven a sus hijas de vacaciones y las mutilen. Pero es más económico traer a una persona del país de origen que viajar individualmente. Esta fue una práctica habitual en Francia. No hay constancia que se haga en España. Se sabría.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 9 de noviembre de 2002