Sinceramente, pienso que Mas está comenzando a entrar en terreno resbaladizo. Ya en 1980 Pujol comenzó a endeudar al país con el pretexto de hacer guarderías -que, por cierto, hicieron los ayuntamientos muchos años después-, pero es que ahora vuelve a prometer lo que el presidente en aquel lejano año: un nuevo Estatut. Y claro, muchas cosas en este mundo se pueden tratar con frivolidad, pero no a nuestros hijos ni a nuestro país, de eso nada. Sólo espero que un gobierno progresista cumpla lo que otros prometieron. Al menos eso me dará una perfecta excusa para votar por primera vez en unas autonómicas a Maragall.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 9 de noviembre de 2002