La Comunidad ha denegado la creación del Colegio de Logopedas porque interpreta que no hay una ley que regule esta profesión para estar en posesión de un determinado título oficial, aunque reconoce la existencia de la carrera universitaria de diplomado en Logopedia; es decir, cualquiera puede trabajar como logopeda legalmente. Muchas personas se aprovechan de esto y trabajan como intrusos, es decir, trabajan como logopedas sin serlo.
Por si fuera poco la Comunidad tampoco nos permite opositar a los colegios públicos para trabajar con los niños con algún tipo de disfunción o trastorno, para eso se ocupan los maestros en exclusiva. No es esperable, además, ser contratado como logopeda por un centro de salud u hospital porque no hay plazas; en algunos hospitales ni siquiera hay servicio de logopedia. La universidad tampoco atiende la petición de los alumnos de la conversión de la actual diplomatura en licenciatura, es decir, aquí todo marcha en contra de los logopedas. Ahora lo pagamos nosotros, los logopedas, con el tiempo lo pagarán ustedes, los pacientes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 9 de noviembre de 2002