En la calle Licenciado Poza en Bilbao, una de las más concurridas a la hora del poteo, se mezclan varias generaciones; adolescentes, los poteadores de siempre pero con vino de calidad y también ejecutivos que buscan relajarse.
Dentro del abanico destaca el bar Mugi. Este local, regentado por la familia Díez Barrio, es un lugar de culto al dios Baco. Allí todos sus clientes pueden encontrar el vino que les apetezca por copas o botellas. Prioratos, riojas, riberas, somontanos, etcétera, tienen cabida en una carta de vinos más extensa y mejor diseñada que la de muchos restaurantes de la villa.
Si el consumidor se decanta por probar vinos por copas, la casa dispone de un dispensador especial para servirlo sin que se estropee el vino restante de la botella. En este dispensador se pueden degustar hasta doce caldos de distintas procedencias que incluye a los grandes top del panorama vinícola estatal. Están los Remírez de Ganuza, Fransola, Contino, etcétera en una selección que cambia cada mes para permitir a su clientela seguir descubriendo vinos de todas las latitudes.
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Para acompañar se ofrece desde jamón cortado a cuchillo hasta más de 40 variedades de pinchos; las socorridas tortillas, triángulos y la cocina en miniatura del timbal de patatas panaderas, anchoas con salsa de naranja, foie, pechugas de pollo rellenas, setas y embutidos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 9 de noviembre de 2002