Desde España cuesta hacerse una idea del papel central de Los Prisioneros en el rock de su país, Chile. Cantan las cifras: el pasado otoño, cuando se reunieron tras casi diez años de estar dedicados a proyectos particulares, el grupo reventó durante dos noches el Estadio Nacional de Santiago, un total de 140.000 personas, donde mandaban las pancartas de Allende. 'Ni hubo necesidad de pegar carteles. Y es un recinto que no pudieron llenar los Rolling o U2'.
Aunque nacidos como cuarteto, Los Prisioneros se dieron a conocer como trío: Jorge González (bajo, voz), Claudio Narea (guitarra, teclados) y Miguel Tapia (batería). Durante la dictadura de Pinochet triunfaron con canciones que ironizaban sobre las paradojas de la sociedad chilena y , según recuerdan, 'desconcertábamos a izquierdas y derechas. Nos veían como punkis y algunos nos creían nazis. Hasta que, en 1988, nos declaramos públicamente a favor del no en el referéndum, y el Gobierno nos persiguió'.
Intentaron girar por otros países latinoamericanos y las disensiones internas acabaron con el trío: 'Queríamos probar la electrónica y otras músicas. Hasta que nos dimos cuenta de que el repertorio de Prisioneros seguía vivo y que era absurdo desaprovecharlo. Chile es un país pequeño y los artistas están acostumbrados a exiliarse para trabajar, desde Lucho Gatica a La Ley'.
Ésta es la primera vez que visitan España: dos conciertos en Barcelona y Madrid que sólo llegaron a los oídos de la comunidad chilena. No han funcionado los canales de comunicación entre los dos países: Los Prisioneros se declaran 'admiradores de Gabinete Caligari y, sobre todo, de Siniestro Total. Musicalmente, estamos marcados por nuestra condición de periféricos. Lo explicamos en De la cultura de la basura: nos influyó Raphael, que era lo oficial, y The Clash, que eran lo clandestino'.
A partir de los conciertos de reaparición, han publicado un doble CD, Estadio Nacional, y un doble DVD, Lo estamos pasando muy bien. 'Cuando empezamos, Chile era el Tercer Mundo, nuestras canciones se publicaban en casete, ni siquiera se fabricaban elepés. Nos ha salvado el poder de unas canciones que todavía retratan al país. Y tomar una posición independiente: nuestro último CD se titula Ni por la razón ni por la fuerza, lo contrario de lo que dice el lema de Chile'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 10 de noviembre de 2002