Ahora que tanto se habla del tema de la vivienda, creo que se está obviando uno de sus aspectos más ingratos, y es el de la impunidad y prepotencia con la que actúan ciertas promotoras inmobiliarias. A los retrasos de meses en la edificación, se unen unas cláusulas abusivas en los contratos (como la de cobrarte los gastos derivados de la cancelación de su hipoteca, que por ley debería ir a su cargo), todo ello amenizado por la actitud muchas veces amenazadora de aquellos que antes de la compra del piso eran todo amabilidad y facilidades. Pero cuando por fin puedes poner el pie en ese piso que tantos sacrificios te ha costado, llega la guinda del pastel: enseguida detectas que existen algunas pequeñas (o no tan pequeñas...) irregularidades. Pueden ser cristales rallados, baldosas en mal estado o armarios cuyo interior ha sido falseado por un motivo ignoto. ¿Qué pasa cuando se solicita a la promotora que se subsanen dichos defectos? Normalmente, nada. Los desperfectos que tenía mi piso, y que según ley podía reclamar dentro del plazo de los seis meses siguientes a la firma de la escritura, tenían solución.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 12 de noviembre de 2002