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La policía afirma que Gescartera pagó plusvalías falsas a entidades religiosas

Gescartera ingresó beneficios inexistentes de casi un millón de euros en las cuentas del arzobispado de Valladolid - La investigación acusa al banco de connivencia con Camacho

La Policía Judicial descifra en un informe sobre el caso Gescartera entregado a la juez Teresa Palacios cómo la agencia de valores de Antonio Camacho otorgó artificiales plusvalías a ciertos clientes y pérdidas irreales a uno solo, Teodoro Bonilla, párroco en Cuenca. Gescartera supuestamente ordenaba al banco HSBC operaciones cuádruples, compraba y vendía valores a la misma hora en dos momentos distintos del día, con lo que ni perdía ni ganaba. Sin embargo, cruzaba esas operaciones para imputar falsamente pérdidas a Bonilla (le adjudicaba la compra más cara y la venta más barata del día) y plusvalías arbitrarias a clientes amigos.

Entre los principales beneficiarios de plusvalías artificiales estaba, presuntamente, el Arzobispado de Valladolid, el cliente que más dinero había confiado hasta entonces a Gescartera, y el denominado "cliente A", padre de un directivo del HSBC, el banco que operaba con la agencia de Camacho. El informe policial disecciona el sistema arbitrario de asignación de plusvalías y minusvalías que había ideado Camacho y que ejecutaba desde enero de 1997 el banco HSBC Investment, cuyo director era Salvador Pastor.

Gescartera concentró el 93% de las operaciones que realizaba, que supuso un movimiento de 2.590 millones de euros, en las llamadas "operaciones cuádruples" diarias. Consistían en efectuar cuatro operaciones en un día que afectaban al mismo número de acciones y a un mismo valor: una compra y una venta simultáneas; y una segunda operación idéntica en otro momento del día. Esto exigía la implicación del intermediario (HSBC) para que la primera compra y venta se produjese de forma simultánea, y que ocurriese otro tanto con la segunda.

Esto garantizaba, según el informe de la policía, que la primera compraventa se hacía a un precio, y la segunda, a otro distinto. La policía arroja luz sobre esta sospechosa actividad: "La particularidad de esta operativa es que se asignaba la compra al precio más alto y la venta al precio más bajo de los existentes a un cliente por lo que se generaba una pérdida considerable (casi siempre a testaferros como Teodoro Bonilla, que no habían ingresado en Gescartera el dinero que perdían), y al contrario, se le asignaban las compras al precio más bajo y la venta al precio alto a unos determinados clientes generándoles unas ganancias".

"Al finalizar el día, el intermediario financiero no tiene que liquidar ningún título pues el resultado neto de ventas y compras es cero y no tiene que realizar desembolso alguno de dinero. A cambio, carga en las cuentas de los clientes de Gescartera las comisiones por las compras y ventas". Las comisiones se las repartían el intermediario financiero, HSBC y Gescartera. El sistema se cimentaba en una variada tipología de clientes:

Especiales. "Aportaban cantidades importantes de dinero o eran del entorno de los directivos y trabajadores de Gescartera. Destacan por ser cuantitativamente los mayores beneficiarios y no figurar, en su mayoría, como reclamantes de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) [por lo que podría suponerse que no han resultado perjudicados]". "Entre estos [clientes favorecidos] cabe destacar al Arzobispado de Valladolid, cliente al que sólo en 1998 se le aplican 927.000 euros de plusvalías" por las operaciones cuádruples diarias. En abril de 1999, y tras interesarse la CNMV por el balance de este cliente en Gescartera, el arzobispado retira todos sus fondos en la agencia, 6,6 millones de euros, "incluyéndose en esta cantidad los beneficios arbitrarios adjudicados en el año 98 y en años anteriores".

Normales. "Aportan cantidades pequeñas o medias [aunque pueden llegar a 300.000 euros]. La operativa [de la cuádruple inversión diaria que les atribuye beneficios] permite que no saquen sus fondos de la empresa pues están obteniendo beneficios mayores que los de mercado [aunque no lleguen a materializarlos]".

Falsos perjudicados. La operativa cuádruple necesitaba la existencia formal de clientes perdedores en bolsa para compensar a los falsos beneficiarios. Había dos tipos dentro de ellos:

-Clientes asesorados: "Estaban interesados en obtener certificados de pérdidas en sus inversiones por motivos fiscales"

- Testaferros: "Los más numerosos, tanto en número como en volumen de pérdidas, firmaban contratos de gestión de carteras en blanco, pero no invertían dinero realmente por lo que las pérdidas asignadas permitían cuadrar la asignaciones de beneficios y pérdidas. Al aplicarse las minusvalías a la cuenta común de Gescartera el desfase que se iba creando era reparado por la captación de fondos de nuevos clientes".

El informe no sólo cita como indebido receptor de plusvalías al Arzobispado de Valladolid. Acusa de igual irregularidad al denominado "cliente A", padre de un directivo del HSBC del que el banco habla en una auditoría interna. "Desde mediados de diciembre y una vez que se hace cliente de Gescartera, el cliente A cruza operaciones en futuros con otros clientes de la gestora [con la operativa cuádruple] de forma que en siete días se le asignan 64.849 euros [cantidad equivalente a las pérdidas asignadas a otros clientes]". Días después, el cliente traspasó 45.000 euros a una sociedad de Camacho, Fisconsulting. El informe detalla que fue el director del HSBC, Salvador Pastor, quien puso en contacto al cliente con Gescartera para realizar "un favor fiscal a un amigo a cambio de una comisión".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 12 de noviembre de 2002