Creen en el genio que hizo hombre a Felipe II. "¿Hay arias para tenor tan emocionantes como ésa en la que el rey canta Ella jamás me amó en Don Carlo?", se pregunta Leo Nucci. "Verdi humaniza a este rey", sigue Ruggero Raimondi. Ambos, barítono y bajo, ofrecen dos recitales con programa verdiano hoy y el jueves en el Teatro Real de Madrid. Cantarán piezas de Nabucco, Don Carlo, Ernani, Simon Boccanegra y Falstaff, con la Orquesta Titular del Real y Maurizio Barbacini como director.
Muchos lo han visto como un duelo. Ellos también, pero no como esa clase de duelo en el que uno se enfrenta a otro. "No me imagino a nosotros dos en el escenario y a Verdi en medio contando los pasos y gritando: '¡Fuego!'. Nos vamos a matar, eso es cierto, pero por el placer del público", afirma Nucci.
Hace 35 años cantaron juntos por primera vez. Y decidieron hacer recitales como éste, mano a mano, por gusto. La primera vez que se presentaron así fue en Zúrich, y después, en Verona. "Se nos ocurrió en una comida; quisimos plantearnos algo que fuera divertido para los dos y a la vez difícil", comenta Raimondi.
Querían dejar patente la belleza, la autenticidad de las partituras que Verdi compuso para los de su cuerda. "Es donde se descubre su aspecto más hondo, no en la artificialidad de las piezas para tenor. Es más sincero componiendo para estas voces; en ellas se descubre su genio".
Es la misma razón por la que también reivindican el arte puro en el mundo de la ópera. "La ópera debe ser una obra de arte que se sirve del espectáculo para llegar a la gente, pero últimamente se está convirtiendo en un espectáculo sin más, gratuito, donde se provoca por provocar", asegura Nucci, con la aprobación de Raimondi.
Pero no lo dicen porque estén en contra de modernizar la concepción de la ópera. "No, estamos a favor, pero la provocación debe dar lugar a la reflexión, no a la indignación", afirman. Es algo que puede solucionarse con más conocimiento. "Para revolucionar la ópera hay que conocerla a fondo, y yo me he encontrado a más de un director de escena que me viene con el libreto de Rigoletto y me pregunta: '¿De qué va?", dice Nucci.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 12 de noviembre de 2002