Terrorismo, paro e hipotecas aparte, las navidades ya están aquí. A los que nos gustaba esta época del año y nos resistíamos a la idea de relacionarla con el consumo desmesurado, ya no sabemos por dónde escapar cuando, andando despreocupados por la calle un otoñal día de noviembre, alzamos la vista y observamos llenos de asombro que, a falta de 50 días para la Nochebuena, ya se estén colocando miles y miles de bombillas en grandes centros comerciales y se adornen pequeños escaparates con belenes y espumillón. Esto ya es demasiado. ¿Todavía comenzando el largo mes de noviembre y ya anunciándonos la Navidad?
Lo más triste de todo es que la psicología humana es tan frágil ante el estímulo externo que conseguirán que todos consumamos más. Pero, bueno, qué más da, ¿verdad señor Cascos? Lo que a los españoles nos sobre a final de mes tras pagar la hipoteca lo dedicaremos a los regalos de Navidad, y aún nos sobrará. Seguro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 12 de noviembre de 2002