Es normal que los políticos cuando están en el gobierno hagan tonterías. Se les ve satisfechos y con eso los votantes nos damos por contentos. Pero cuando están en la oposición deben mandar al Parlamento alguna persona inteligente, porque si no nos aburren.
Está bien que los obreros salgan a la calle a dar gritos sin sentido, pues sabemos que no son todo lo iguales que sería de desear. Pero cuando lo hacen los maestros parece que no tienen estudios, y eso no dice bien en su favor.
La manía de que todos seamos iguales les da un aspecto dictatorial. Muchos estamos a gusto siendo distintos. Al menos que nos digan a quién tenemos que ser iguales, y ya nos apañaremos. Porque no es lo mismo ser iguales a Roldán que ser iguales a Felipe.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 13 de noviembre de 2002