El proyectado túnel de Horta, que uniría Barcelona y Cerdanyola perforando, viaductizando y destrozando Collserola, tendría una capacidad de unos 35.000 viajes diarios (según un estudio de movilidad de Tabasa). El proyectado ensanche de Cerdanyola, núcleo residencial y empresarial de los terrenos del llamado centro direccional, comportaría un flujo adicional de 120.000 viajes diarios (según la propuesta red ferroviaria, de la Agencia Barcelona Regional y el Ayuntamiento de Cerdanyola) Suponiendo que estos viajes de más respecto a los actuales se repartieran equitativamente entre los cuatro puntos cardinales, entrarían en Barcelona cada día más de 30.000 nuevos vehículos.
Pero no se les dice a los barceloneses que el túnel no sería para descongestionar el tráfico actual, sino que éste se encontraría igual o peor que antes. Además sería necesario perforar otra vez para hacer el túnel central (es lo que propone el Ayuntamiento de Cerdanyola al consejo comarcal), afectando por la parte barcelonesa a Penitents, Sant Gervasi o por donde sea bajo el Tibidabo.
Una cosa está clara: en Cerdanyola las autoridades no nos hablan del túnel y en Barcelona no les dicen nada del nuevo ensanche de Cerdanyola, equivalente a 350 islas del Eixample barcelonés (aproximadamente una dimensión similar al espacio que va de paseo de Gràcia a Borrell y de Gran Via a Còrsega). Que juzgue el lector y que los futuros candidatos a afectados se preparen.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 13 de noviembre de 2002