EN MUCHAS OCASIONES, la vida en Internet se parece bastante a la que vivimos todos los días en la realidad. Así, no todo el mundo puede vivir en el paseo de la Castellana o en el paseo de Gràcia por poner ejemplos.
Así, aquellos que no disponen de un dominio propio y albergan sus páginas web personales en servidores gratuitos han de conformarse con las direcciones que les asigna el proveedor que le brinda el servicio. Y en más ocasiones de las deseadas, dicha dirección es realmente un jeroglífico. Números sin sentido, caracteres extraños (del tipo ~) pueden hacer que muchos visitantes no logren encontrar dicha página.
Un joven taiwanés llamado Chung Ming Shih, que curiosamente olvidó la dirección de su propia página personal, ideó un sistema por el cual tecleando una dirección bastante más fácil, se podía acceder mucho más rápidamente a esa dirección enrevesada.
Utilizando pequeñas argucias legales, registró dominios en Austria (cuya identificador es .at) Armenia (.am) y una isla del Pacífico llamada Tonga (.to), y así logró dominios tan fáciles como 'start.at/', 'i.am/' o 'hello.to/'. que acompañados del nombre del usuario componían una dirección sencilla y cómoda de teclear. Más tarde, bastaba redireccionar esta dirección a la que realmente albergaba la página y ya estaba arreglado. El visitante ya no tenía que devanarse la cabeza recordando la dirección original.
Así nació i.am, un servicio de redireccionamiento de páginas web y correo electrónico. Aunque algunas de las direcciones que propone son de pago (12,95 dólares al año, poco más de 13 euros), hay otras (muchas) que son totalmente gratuitas.
La demora que este servicio produce cuando se pide una página es aproximadamente de un segundo, lo que con la lentitud habitual de Internet en España es inapreciable.
La gran ventaja de la que se dispone con este servicio radica en que, aunque el usuario cambie de servidor sus páginas, podrá seguir usando la misma dirección tan sólo con hacer un pequeño cambio en la cuenta de administración que dispone en i.am. Todo esto es igualmente aplicable a las cuentas de correo electrónico.
En el caso de este último, el servicio es más completo que un simple reenvío. Cuando reciben un mensaje para un usuario, lo envían inmediatamente, pero si el servidor del destinatario por algún motivo no está operativo, almacenan dicho correo más de una semana, intentando enviarlo cada 30 minutos.
Por último, cabe destacar que esta iniciativa ya ha sido imitada por otras similares, y además algunas en castellano, aunque éstas no son tan fáciles de recordar, ya que antes llevan el nombre del servicio, caso de Lanzadera, o Ir-a.net.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 14 de noviembre de 2002