'El turismo es el ansia de disfrutar la libertad', afirmó el presidente de la República Federal de Alemania (RFA), Johannes Rau, al cerrar ayer en Mallorca su visita de tres días a España. Con esta cita de Hans Magnus Enzesberger, lanzó un mensaje integrador 'de convivencia respetuosa' para la comunidad balear y los residentes alemanes.
En un discurso de tono ecologista y humanista, Rau invitó a sus conciudadanos residentes en las islas -unos 50.000, de una población total de Baleares de 845.000 habitantes- a conocer la lengua y la cultura del lugar, de la misma manera que en Alemania se espera que los extranjeros aprendan el idioma oficial. Cada año cerca de cuatro millones de germanos viajan como turistas a Baleares, y el conjunto de España recibe anualmente 11 millones de visitantes de la RFA.
El presidente del Gobierno de Baleares, el socialista Francesc Antich, fue el acompañante y anfitrión del mandatario socialdemócrata. El presidente de las islas señaló que la lengua y la cultura de esta comunidad 'son instrumentos de integración y cohesión', proclamó que 'los alemanes aquí siempre son bienvenidos' y elogió 'los valores de progreso' y 'la estructura federal' de la RFA.
Ningún ministro del Gobierno estuvo presente en esta parte de la visita. Asistió la delegada del Gobierno, Catalina Cirer, y el embajador de España en Berlín, José Rodríguez-Spiteri. Fuentes alemanas interpretaron que el Gobierno español no mostró especial interés por la elección como final del viaje de Baleares, una comunidad de escaso peso demográfico, periférica y dominada por la izquierda.
Rau pidió expresamente viajar a Mallorca pese a que sólo permaneció seis horas en la isla. Se refirió al nuevo concepto del 'turismo blando' para 'conjugar los aspectos económicos y ecológicos'. 'Lamentablemente', añadió, 'ya no podemos confiar en todo momento en el mecanismo rector de la oferta y la demanda'.
También ponderó el gran impacto económico y social del turismo, pero no negó los inconvenientes que pueden generar entre nativos y clientes. Destacó el peligro de que las islas se conviertan en un 'paraíso turístico de cemento', de los riesgos de pérdida de identidad de la isla -'liquidación de la isla'-, de servicios deficientes, precios excesivos, falta de agua o muchas basuras. Rau lamentó la acción de la 'fiera' prensa sensacionalista alemana, y preguntado por la ecotasa afirmó que no quería inmiscuirse en un tema interno. Dijo que en la RFA hay una tasa para balnearios, que para unos genera 'muy buenos ingresos' y causa 'gran enojo' a otros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 14 de noviembre de 2002