Los espectadores españoles no están a salvo de las imágenes violentas difundidas por la televisión. Un estudio elaborado por el Consejo Audiovisual de Cataluña a finales de los noventa reflejó en una semana un total de 608 actos violentos en las cadenas nacionales y autonómicas de Cataluña. En la franja de tarde (entre las 17.00 y las 18.00), especialmente protegida por la legislación, se concentraban dos tercios del total. La estadística era demoledora: un acto violento por segundo.
Otro estudio de la Asociación de Telespectadores y Radioyentes advertía este mismo año de que los niños españoles asisten en televisión a un promedio de 8.000 asesinatos antes de finalizar la escuela primaria. Y al alcanzar la mayoría de edad han visto 200.000 episodios de agresividad extrema.
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La directiva comunitaria sobre Televisión Sin Fronteras marca las pautas de los contenidos televisivos al especificar que la emisión de programas susceptibles de perjudicar el desarrollo físico, mental o moral de los menores sólo se podrá realizar entre las 22.00 y las 6.00 del día siguiente. La ley precisa que las cadenas deberán advertir mediante señales acústicas y ópticas del contenido de los programas.
Pero las autoridades, más pendientes del minutado de los bloques publicitarios y de los abusos de la contraprogramación, raramente han abierto expedientes a las cadenas por saltarse la legislación sobre la protección de la infancia. Las protestas parlamentarias también han caído en saco roto.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 15 de noviembre de 2002