La polémica sobre los títulos que acepta la Generalitat como demostrativos del requisito lingüístico, necesario para acceder a una plaza de la Función Pública, llegó ayer a las pruebas de la Junta Qualificadora de Valencià. La protesta pacífica de un grupo de examinadores y la tajante reacción de los responsables de la Junta Qualificadora provocaron que las pruebas que se desarrollaban en la Universidad Politécnica de Valencia se viesen alteradas.
Todo empezó por unas pegatinas con el lema Sóc llicenciat en Filologia Catalana que algunos de los examinadores se colocaron sobre la ropa para protestar por el hecho de que la Consejería de Educación no acepte la citada titulación como garante de que se cumple el requisito lingüístico. Situación que no impide al departamento que dirige Manuel Tarancón contratar licenciados en Filología catalana para examinar a las personas que realizan las pruebas de la Junta Qualificadora de Valencià, cuya titulación sí se admite como demostración de que se cumple el requisito lingüístico.
Al observar que un grupo de examinadores llevaba la pegatina de protesta, los responsables de la Junta Qualificadora conminaron a los profesores identificados con la protesta a abandonar las aulas donde se realizaban las pruebas. Decisión que provocó la solidaridad de otros examinadores, que hasta en número de 70 se constituyeron en asamblea.
La situación, que también se repitió durante las pruebas de la tarde, motivó la intervención del responsable de la Junta Qualificadora Francesc Balzá, que permitió finalmente que los profesores volviesen a las aulas a examinar, aunque llevasen puestas las pegatinas.
Según los asistentes a la asamblea, el responsable de la Junta Qualificadora explicó que por cuestiones de coherencia interna de la Consejería de Educación no se podía cambiar el criterio utilizado respecto a la titulación de Filología catalana, aunque evitó abundar en detalles.
Los profesores constituidos en asamblea informativa emitieron finalmente un comunicado en el que aseguran que no están dispuestos a aceptar "una política lingüística destinada a desprestigiar el valenciano". Los asistentes tacharon de desmesurada la reacción de la Junta Qualificadora ante una actuación tan pacífica como la de ponerse una pegatina.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 17 de noviembre de 2002