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Crónica:Décima jornada de Liga | FÚTBOL

La Real vuelve menor al Madrid

Excelente partido del líder en el Bernabéu, donde sólo Zidane y Guti dieron algo de vuelo al equipo local

La Real necesitaba un partido como éste para difundir todos sus méritos, que son muchos por lo que se vio en el Bernabéu, donde jugó con las maneras de los buenos equipos. Tuvo organización, equilibrio, recursos y serenidad. Tuvo mucho más que el Madrid, obligado a asumir el papel de equipo menor, circunstancia asombrosa cuando se dispone de gente como Raúl, Ronaldo, Figo o Roberto Carlos. Pero la realidad es que el partido le costó un mundo. No encontró la manera de doblar a un adversario que se movió con el razonable aire de superioridad de los equipos que se sienten seguros de lo que hacen. Todo lo que hizo la Real tenía sentido, obedecía a un criterio que se transmitía de jugador a jugador, de línea a línea, la clase de comunicación que desde luego no se vio en el Madrid hasta que entraron Zidane y Guti.

REAL MADRID 0 - REAL SOCIEDAD 0

Real Madrid: Casillas; Míchel Salgado, Helguera, Pavón, Roberto Carlos; Figo, Makelele, Cambiasso (Guti, m. 59), Solari (Zidane, m. 59); Raúl y Ronaldo (Morientes, m. 70). Real Sociedad: Westerveld; López Rekarte, Jáuregui, Schurrer, Aranzabal; Karpin, Alonso, Aramburu, De Pedro (Tayfun, m. 74); Nihat (Khokhlov, m. 60) y Kovacevic. Árbitro: Pérez Burrull. Amonestó a López Rekarte por agarrar a Roberto Carlos en el vértice del área. Unos 75.000 espectadores en el estadio Santiago Bernabéu. El Madrid llevaba brazaletes negros por el fallecimiento de su ex jugador Navarro y la Real Sociedad por el del doctor Echevarren.

El encuentro fue más que interesante porque se pusieron las condiciones para medir a los dos equipos. La Real tuvo orden y juego. El Madrid se enfrentó como pudo a las dificultades, y el hecho de que su juego fuera deficiente en muchos momentos no impidió observar la categoría de algunos de sus jugadores. En este sentido, la importancia de Zidane es decisiva. Cuando ingresó en el partido, el Madrid se expandió inmediatamente, que es lo que sucede cuando un jugador limpia a un marcador, rompe las líneas rivales y dibuja un pase dañino. Ese jugador es Zidane. Tampoco fue desdeñable la contribución de Guti, ahora como centrocampista, después de su periplo por la delantera. Que no se le valore suficientemente, es un misterio del fútbol.

El arreón final del Madrid apagó las críticas que mereció su juego durante una hora, pero no hasta el punto de olvidar la autoridad de la Real Sociedad, que primero impuso su organizado dibujo y luego comenzó a jugar con clase y profundidad. Fue la clase de partido que convirtió en anécdotas las mejores oportunidades del Madrid. Pareció anecdótico el remate de Raúl al palo en el arranque o el mano a mano de Cambiasso con Westerveld, que adivinó el regate largo y se llevó el balón. Esas ocasiones no estuvieron relacionadas con el peso verdadero de los dos equipos. Al Madrid todo le resultaba fatigoso. No encontraba las vueltas al partido, ni la manera de meterle el diente a su rival. En la Real todo parecía armónico. Para empezar producía la impresión de contar con más gente en todos los lugares del campo. Se defendía con muchos y atacaba con bastantes. O sea, que resolvió la gran ecuación del fútbol.

Toda la gente de la Real alcanzó buena nota. Schurrer estuvo impecable en el centro de la defensa; Aramburu, Karpin y De Pedro dieron aire al medio campo; Nihat y Kovacevic hicieron trabajar toda la tarde a la defensa madridista, uno con el uso su corpachón, el otro con su velocidad.

Xabi Alonso

Pero había especial interés en observar a un jugador que guarda los secretos del fútbol de toda la vida. Xabi Alonso se llama, y no decepcionó. Comenzó sin grandes alardes, atento a respetar todas las reglas del orden defensivo. Luego llegó su momento, que coincidió con la evidencia de la superioridad de la Real. Lo especial de Alonso es que maneja lo básico de pe a pa, como los medios centro de verdad. Poco importa que no sea el más rápido de los jugadores, si para mover la pelota es más rápido que nadie. Tiene el valor añadido de manejar los tiempos. Xabi Alonso daba dos pases de descarga, aparentemente triviales, y de repente sacaba un pase que atravesaba alguna línea enemiga y ponía a la Real de frente a la portería de Casillas. Y hasta se permitió un par de notables acciones defensivas, especialmente un despeje de cabeza cuando Morientes llegaba para marcar. El chico vale mucho.

A la Real le faltó el gol, pero no fue su culpa. Dispuso de varias ocasiones: la jugada de Nihat, dos tiros al palo, el balón que sacaron Helguera y Salgado en la raya. Todo lo que hizo la Real fue de una factura irreprochable. No se puede decir lo mismo del Real Madrid, sufriente durante gran parte del encuentro.

Durante una hora, nadie regateó a nadie, ni se buscaron pases interesantes, ni se intentaron tan siquiera. Lo normal es que todos los jugadores recibieran el pase de espaldas a la portería, con un rival en el cuello. No hubo manera hasta que entraron Zidane y Guti, hasta que coincidieron los jugadores capaces de dar vuelo al equipo y la necesidad de ganar el partido.Es lo que sucedió en el trecho final, pero no es lo que definió el encuentro. Porque el duelo quedó definido por el excelente juego de la Real Sociedad.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 18 de noviembre de 2002