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Crítica:POP

Aromas de Manhattan

Desarrolla Christina Rosenvinge una carrera guadianesca, caracterizada por el deseo -comercialmente, suicida- de quemar etapas y abrirse nuevos territorios. El último impulso ha colocado a la cantante hispano-danesa en Nueva York, con el resultado de dos discos en inglés, Frozen pool y Foreign land. Sólo el último está disponible en España y hemos tenido la fortuna de que la editora haya decidido presentarlo con envoltorio de lujo.

Tras un concierto de calentamiento en Córdoba, Christina llegó a la madrileña Casa Encendida con una banda internacional y el inapreciable refuerzo de un cuarteto de cuerdas procedentes del Joan Valent Ars Ensemble. Su actual discurso musical es susurrante y confesional, canciones cercanas a The Velvet Underground & Nico o el pop femenino francés. Unas melodías nebulosas, unas letras introspectivas que ganan cuerpo, relieve y grandeza con elementos muy medidos: Tim Foljahn y su guitarra de alambre fino, la primorosa batería de Pablo Serrano, los luminosos coros de Ana Laan. Y Christina, que todavía parece una inquilina en sus propios conciertos, que plasma su mundo con terca ternura.

Christina Rosenvinge

Christina Rosenvinge. La Casa Encendida. 18 de noviembre.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 20 de noviembre de 2002