Soy un asiduo lector de EL PAÍS desde hace más de diez años.
Suelo comprar la edición impresa normalmente, y cuando no es así, desde que he tenido posibilidad de hacerlo, he consultado la versión electrónica, con todos sus servicios: noticias de última hora, foros, entrevistas con personalidades, etcétera.
Realmente su periódico nunca me había decepcionado; al contrario, siempre había cumplido con creces cualquiera de mis expectativas, hasta que me entero del próximo servicio de pago. Esto desde luego no me parece de recibo. Sintiéndolo mucho, si no puedo comprar EL PAÍS en versión impresa, me gustaría poder verlo en Internet como hacen la mayoría de periódicos.
En fin, si la razón por la que hacen esto es que no pueden mantener los costes de EL PAÍS Digital, deberían decirlo así, e incluso explicar cómo se financia, pero no sé por qué sospecho que todo esto se hace para obtener más beneficios, y esto me parecería muy triste.
Así que voy a echar de menos su información, pero aquí tienen un lector menos tanto de la versión digital como de la impresa. Es una humilde contribución a la protesta, pero es lo único que puedo hacer. Con tristeza.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 20 de noviembre de 2002