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EL HUNDIMIENTO DEL 'PRESTIGE'

El oscuro lugar donde descansan el 'Prestige' y su temida carga

El petrolero Prestige descansa desde el pasado martes bajo un punto del océano Atlántico situado a 133 millas (250 kilómetros) de la costa de Galicia y a 3.600 metros de profundidad. Mientras el fuel que trasportaba en el interior de sus tanques permanezca sobre el lecho marino, los daños comerciales y económicos no serán demasiado grandes. "A esa profundidad la densidad de fauna es muy pequeña", explica Miguel Torre, director del Centro Oceanográfico de A Coruña. Según el profesor Torre, allí solamente existen "criaturas semi-abisales sin valor comercial, aunque sí ecológico". El problema sería mucho más grave si los tanques del Prestige se rompieran y todo ese combustible subiera de nuevo a la superficie y se acercara a la costa, ya que, según Torre, "el número de especies es mucho más importante en esas zonas".

Tras su lento descenso hasta el fondo del océano, los restos del Prestige chocaron contra un suelo blando. "Sospechamos que podría ser arenoso o fangoso", afirma el director del centro, perteneciente al Instituto Español de Oceanografía . En esa zona del Atlántico y a las profundidades en que se encuentra el buque, el agua tiene muy poca fuerza -mucha menos que en la superficie-. Las corrientes, según Torre, tienen una velocidad de 1,5 centímetros por segundo, y casi siempre fluyen en dirección suroeste. El profesor explica que en ese lugar, la temperatura del agua oscila entre los 2,4 y los 2,6 grados centígrados.

Las hipótesis de Torres chocan con las de otros especialistas, que afirman que a 3.600 metros, el Prestige podría sufrir esporádicas sacudidas de corrientes profundas que podrían mover el barco y romper la ya de por sí debilitada estructura del casco y de los tanques donde se aloja el fuel.

Donde no llega la luz

El petrolero se encuentra en la más absoluta oscuridad, ya que a lugar tan remoto, no llegan ni siquiera los rayos del sol. Según algunos científicos, ese hecho garantizará que el fuel mantenga intactas todas sus propiedades contaminantes en los próximos años, ya que la ausencia de luz dificulta la proliferación de las bacterias que podrían dañarlo.

Las zonas del petrolero en las que no haya entrado el agua desde del hundimiento, habrán quedado completamente aplastadas, según los expertos. La presión que el Prestige tuvo que soportar desde que comenzara a hundirse el martes pasado se fue incrementando en una atmósfera (1 kilogramo por centímetro cuadrado) por cada 10 metros que descendió hasta llegar a las 360.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 21 de noviembre de 2002