El Eurofighter o Tifón, el más importante programa militar europeo, sufrió ayer un serio tropiezo al estrellarse en la sierra de Altamira (Toledo) el prototipo español o DA-6. Los dos pilotos se eyectaron y salieron ilesos, pero el aparato resultó totalmente destruido. El avión se precipitó al suelo desde 15.000 metros tras pararse simultáneamente los dos motores. Más que el precio del prototipo, unos 72 millones de euros, el mayor coste del accidente radica en que habrá que realizar una revisión profunda del programa, lo que demorará la entrada en servicio del avión de combate europeo.
Un fallo informático, causa probable de la pérdida de un aparato valorado en 72 millones
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El DA-6 es el primero de los siete prototipos del Tifón que se pierde en accidente desde que en marzo de 1994 voló por primera vez el DA-1 alemán. Los cuatro países participantes en el programa (Reino Unido, Alemania, Italia y España) se han comprometido a adquirir 622 aparatos por más de 40.000 millones de euros.
El siniestro se produjo alrededor de las 12.45. El avión había salido de la base aérea de Getafe (Madrid), donde tiene su factoría la empresa EADS-CASA, división española de la compañía europea de aeronáutica y defensa, para realizar un vuelo de prueba.
Cuando los pilotos pusieron en marcha los posquemadores para pasar a velocidad supersónica (1 mach o 1.224 kilómetros por hora) los dos motores EJ2000 se pararon simultáneamente. Pese a intentarlo, no consiguieron reencenderlos en vuelo, por lo que se eyectaron del aparato, saltando en paracaídas.
Al tratarse de un vuelo de prueba, sus parámetros eran constantemente monitorizados desde el Centro de Ensayos de Vuelo, mediante telemetría, lo que facilitará la determinación de las causas del accidente, al margen de la información que aporten las cajas negras. Los expertos consultados destacan que, dada la gran altitud a la que volaba el aparato, 45.000 pies (15.000 metros), la parada de un motor no resulta sorprendente, pero sí la de los dos a la vez, ya que los sistemas están duplicados y aislados entre sí para que esta circunstancia no pueda producirse. Más preocupante resulta que los pilotos no lograran reencenderlos, pese a la ventaja que suponía la altitud a la que volaban.
En principio, las fuentes consultadas apuntaron a un fallo en los programas informáticos de mando y control del aparato como causa más probable del siniestro. Ello obligará a revisar profundamente el proyecto, lo que necesariamente generará un nuevo retraso, especialmente preocupante en un momento en que el programa se encuentra ya en plena fase de producción.
Hay que tener en cuenta que el primer avión de serie tenía que haberse entregado al Ejército del Aire español este otoño, pero ya antes del accidente se había decidido retrasar la entrega hasta el próximo mes de marzo.
Los dos pilotos, el coronel Eduardo Cuadrado García y el comandante Ignacio Lombo Moruno, estaban ayer tarde en sus domicilios, tras someterse a una revisión médica en el Hospital General Militar Gómez Ulla de Madrid y ser dados de alta. Ambos llegaron hasta la localidad de Anchuras (Ciudad Real), a donde les llevaron sendos vehículos particulares que les recogieron en una carretera que habían alcanzado por su pie. El coronel Cuadrado se encuentra en situación de servicios especiales en la Fuerza Aérea y trabaja para CASA-EADS como piloto de pruebas, mientras que el comandante Lombo, hijo del anterior jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire, está destinado en el Centro Logístico de Armamento y Experimentación (CLAEX), con sede en la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid).
Tras más de cinco horas y media de intensa búsqueda por parte de la Guardia Civil, los restos del aparato fueron localizados en un paraje innacesible de la Sierra de Altamira, entre las localidades de Puerto San Vicente y Puerto Rey, en el límite de la provincia de Toledo con Cáceres. Fuentes del Ejército del Aire subrayaron que no se produjeron daños personales ni materiales, más allá de la pérdida del aparato. EADS-CASA mantuvo un hermetismo casi total en torno al accidente y se limitó a señalar que el siniestro se había producido a unos 126 kilómetros al sur de Madrid, sin concretar el término municipal. Este tipo de aviones deben llevar balizas para facilitar su localización.
El prototipo accidentado pertenece a NETMA, la agencia formada por los cuatro países participantes en el programa. El ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, no quiso ayer especular sobre a quién corresponderá asumir el coste del aparato. Durante un receso de la Cumbre de la OTAN que se celebra en Praga, se felicitó de que hayan resultado ilesos los dos pilotos y señaló que ha encargado una investigación al jefe del Estado Mayor del Aire, Eduardo González-Gallarza, aunque es al propio consorcio fabricante al que corresponde determinar las causas.
El avión accidentado, el primer biplaza, voló por primera vez el 31 de agosto de 1996. En total, los siete prototipos han realizado unas 4.000 horas de vuelo, sin que hasta ayer se hubiera registrado ningún accidente.
Se da la circunstancia de que el DA-6, que tenía ya 324 horas de vuelo, participó en el desfile de la Fiesta Nacional de 2001. El consorcio NETMA exigió entonces al Ministerio de Defensa que suscribiese un seguro por valor de 1.100 millones de dólares para cubrir eventuales daños. Finalmente, el Estado español se puso a sí mismo como garante.
El Eurofighter o Tifón es el principal competidor internacional de los nuevos cazabombarderos de EE UU, como el F-22, por lo que el accidente de ayer, si no se informa con la máxima transparencia del resultado de la investigación, podría tener consecuencias en futuras adjudicaciones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 22 de noviembre de 2002