El presidente del Gobierno español, José María Aznar, hizo especial hincapié en su intervención ante los líderes de la OTAN en la conveniencia de evitar a toda costa cualquier debilitamiento del denominado "vínculo atlántico", el que consagra la seguridad común a ambos lados del océano. Veinticuatro horas antes, el presidente estadounidense, George W. Bush, había recordado en Praga que europeos y norteamericanos ya "han combatido juntos y ganado" guerras y que la defensa de valores comunes les seguirá uniendo en el futuro.
La doctrina Aznar quedó resumida en cinco puntos de su discurso de seis minutos, el tiempo que tenía adjudicado cada líder en la solemne sesión del Consejo Atlántico. En primer lugar, destacó la necesidad de mantener ese vínculo y pasó en segundo lugar a desarrollar su visión sobre el terrorismo. "El terrorismo es la mayor amenaza que tenemos", dijo, según señalaron colaboradores del presidente. "El terrorismo pretende la destrucción de nuestros valores fundamentales de convivencia y democracia. Afecta a todos por igual, y por eso cometería un error cualquier Estado que no se dé por aludido". Por eso, el presidente español expresó el que, en su opinión, debe ser "el único mensaje posible: el futuro de los terroristas es su derrota; cualquier otro mensaje es un error".
Como tercer punto, Aznar afirmó que, ante tal situación, los aliados deben dotarse de suficientes instrumentos y capacidades, "tanto políticas como militares", para enfrentarse a los terroristas. En consecuencia, y como cuarto punto, anunció que España asumirá sus compromisos y sus responsabilidades a la hora de formar la Fuerza de Respuesta de la OTAN. Como último punto, advirtió de que esa fuerza y la Fuerza de Reacción Rápida de la OTAN "deben ser compatibles, no deben competir", a la vez que abogó por estrechar las relaciones de los aliados con los países mediterráneos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 22 de noviembre de 2002