Esta vez no es el Cason ni el Mar Egeo. Esta vez es el Prestige. Los desastres anteriores no sirvieron de nada y, por lo visto, tampoco se aprendió nada de ellos.
No había barreras suficientes, no había remolcadores con la potencia suficiente para manejar un petrolero, no había un plan de emergencia coordinado. El espectáculo era dantesco.
Los primeros que se echaron al mar para extender las escasas barreras flotantes que iban llegando de Asturias o del País Vasco eran los pescadores.
Los vecinos y los voluntarios no esperaron las órdenes para ponerse a palear chapapote en las playas...
Los ministros y los consejeros del ramo (léase Pesca y Medio Ambiente), haciendo declaraciones erráticas.
El presidente de la Xunta, sin decir esta boca es mía, salvo para leer un discurso en un congreso organizado por... compañías petroleras.
Y después de tanta incompetencia, nadie ha tenido la vergüenza suficiente para dimitir.
En Galicia no gobierna la Xunta, gobiernan los hermanos Marx.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 23 de noviembre de 2002