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La investigación y la situación personal del etarra Ostoaga refuerzan la tesis del suicidio

Familiares y el consejero Azkarraga relacionan la muerte con la polémica por la liberación

El preso de ETA Félix Ramón Gil Ostoaga fue hallado muerto en la madrugada de ayer en un descampado de Legazpia (Guipúzcoa), con un disparo en el pecho y una escopeta de caza de su hermano a su lado, según fuentes de la investigación. Este dato y el hecho de que Ostoaga se haya visto envuelto en una gran polémica, desatada tras la decisión de la juez de Vigilancia Penitenciaria de Bilbao, Ruth Alonso, de excarcelarle en octubre pasado, refuerzan la tesis del suicidio. Ostoaga ya había realizado dos tentativas en 1999 tras su separación matrimonial, pero el psicólogo de la prisión de Nanclares de la Oca (Álava) no le detectó en julio pasado anomalías mentales.

El cuerpo de Ostoaga fue trasladado por orden del juez de guardia de Bergara a la Clínica Anatómico Forense de San Sebastián, donde se le practicó la autopsia. A falta de conocer el informe en su integridad, los primeros datos de la misma avalarían las hipótesis que manejan los investigadores policiales de la Ertzaintza: el suicidio. La investigación ha revelado que Ostoaga, que vivía en Legazpia con su hermano menor, cogió la escopeta de éste y un cartucho y dejó las llaves de la viviendas dentro del domicilio familiar.

El pasado 8 de octubre, la juez de Vigilancia Penitenciaria de Bilbao, Ruth Alonso, con todos los informes favorables de los técnicos de la prisión, excarceló a Ostoaga, condenado a 298 años de cárcel por seis asesinatos, de los que había pasado en prisión poco más de 13 años. La noticia no fue pública hasta dos semanas después y desde entonces la polémica por la concesión de la libertad condicional no ha cesado.

Ostoaga, que el 31 de diciembre hubiera cumplido 46 años, fue acogido por su hermano en el barrio de Urtatza, en Legazpia, su localidad natal. La casa está a medio kilómetro de donde fue hallado el cuerpo del ex preso de ETA por una pareja que informó a la Ertzaintza pasada la una de la madrugada. Se encontraba en un descampado, junto a una de las pilas de troncos de madera que hay en la zona. Cuando los periodistas pudieron acceder al lugar, horas después, no había rastros de sangre ni ninguna otra huella del suceso. La campa es un lugar muy transitado de día. Está a la vista, junto a la carretera que conduce al campo de tiro de pichón y a varios caseríos. De noche es el lugar frecuentado por parejas de la zona, según los vecinos.

"Se podía haber evitado"

Gil Ostoaga no acababa de rehacer su vida al verse inmerso en medio de la controversia desatada por su excarcelación, en la que se cruzaron declaraciones descalificatorias por parte de miembros del Gobierno contra la juez Alonso, a la que se abrió una investigación por su actuación jurisdiccional ordenada por el presidente del CGPJ, que fue archivada el 5 de noviembre. "Estaba muy contento con uno de sus dos hijos. Pero ver su nombre a todas horas en los medios no ayudaba en nada a su reinserción. Estoy convencida de que su muerte se podía haber evitado. No le han dejado reinsertarse", declaró ayer Alonso, visiblemente apesadumbrada por el fatal desenlace. Y no lo hacía desde el desconocimiento. Alonso ha mantenido un estrecho seguimiento de Gil Ostoaga.

"Tras salir de prisión hemos estado cara a cara en tres ocasiones y mantenido numerosas charlas. Ayer mismo [por el viernes] había hablado con él", dijo la juez con la voz entrecortada. Junto a la presión de los medios de comunicación, Ostoaga recibió en su domicilio llamadas insultantes y amenazadoras, según han confirmado a este periódico fuentes cercanas a la familia.

Además de convivir con su hermano y su cuñada, Ostoaga tenía una novia y mantenía buenas relaciones con un grupo de amigos de Zumárraga, localidad guipuzcoana próxima donde pasaba ahora bastante tiempo. Posiblemente, el hecho de que su madre estuviera aquejada de cáncer debilitó aún más su situación emocional, según una vecina.

A media tarde, familiares y amigos de Ostoaga, acompañados por miembros de Askatasuna, comparecieron en Legazpia para asegurar que "la presión del Estado y de los medios de comunicación" habían provocado su muerte.

Ostoaga intentó quitarse la vida en prisión en dos ocasiones debido a la crisis que le causó su separación matrimonial. La primera vez, en la prisión de Córdoba y la segunda, al poco de ser trasladado a la cárcel alavesa de Nanclares de la Oca, donde fue acercado por orden de Interior el 26 de febrero de 1999. El ministro del Interior, Ángel Acebes, dijo ayer que "la única culpable" de la muerte de Ostoaga es ETA.

Dirigentes del PP vasco y del PSE pidieron un rápido esclarecimiento y que nadie "instrumentalizara" su muerte. Iñaki Anasagasti (PNV) y Begoña Errazti (EA) la contextualizaron en la campaña mediática contra el preso y la juez. El consejero de Justicia del Gobierno vasco, Joseba Azakarraga (EA), manifestó que "existen otro tipo de responsabilidades a exigir a quienes, desde diferentes instituciones y medios, han venido orquestando una campaña de acoso y derribo".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 24 de noviembre de 2002