La pasarela que conduce al recinto ferial de la Casa de Campo tiene un paso de cebra. Casi todo el paso que conduce a dicha pasarela está cerrado por una valla, al final de la cual aparcan los coches, en ocasiones dejando un paso mínimo que impide el paso de personas en carro de ruedas o carritos de bebé. Para colmo, cuando llueve se llena de un hermoso charco, con lo cual es casi imposible pasar sin mojarse los pies hasta el tobillo.
Es una pena que el señor Álvarez del Manzano, que hace poco estuvo en el nuevo rockódromo, no tuviera que pasar por allí, como tenemos que hacer los que vamos a pie habitualmente, ya que así se habría dado cuenta de que tendrían que adecentar un poco esa zona. Otra cosa que no entiendo es ¿por qué se ha transformado la entrada del recinto ferial de la Casa de Campo en una vía de servicio para los restaurantes de alto standing que hay en la zona del lago?
¿Por qué los Mercedes, BMW, Audi y coches similares no pagan un duro por pasar por la Casa de Campo cuando van a un restaurante y los cuatro desgraciados que llevamos a nuestros hijos a los columpios de la entrada tenemos que pagar tres euros, aunque pasemos sólo un minuto para dejar a los niños o recogerlos?-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 24 de noviembre de 2002