Salvando las distancias por el sufrimiento humano, en Sevilla, el Ayuntamiento lleva algunos años dejando de la mano instalaciones deportivas clásicas en nuestra ciudad, al conceder la gestión a la empresa Surpool y ésta someternos a un trato más parecido al de un campo de refugiados que a otra cosa.
Llevamos tiempo soportando cómo esta empresa mantiene una limpieza más que deficitaria de las instalaciones y de la piscina, y ya, por último, inicia obras junto a la misma con riesgo de generación de bacterias y hongos, mientras niños y mayores se bañan.
La piscina almacena inadecuadamente los productos químicos, al tener un bordillo previo. El continuo tráfico de monitores hace dudar de la homologación de los mismos. La Ley de Prevención de Riesgos Laborales es incumplida casi en su totalidad al carecer de salidas homologadas, señalización, extintores adecuados, anchura de pasillos, suelo antideslizante, etcétera.
La temperatura del agua, tanto en la piscina como en las duchas, es inestable, lo cual hace pensar en deficiencias de infraestructura. Hacinamiento de los bañistas en vestuarios, con riesgos de caídas, entre otros. Material roto, deficitario o anticuado.
Definitivamente, el trato de esta empresa es tan indigno que sólo el hecho de usar dichas instalaciones te impregna de una sensación de conflicto, angustia y dejación municipal que bien merecen que alguien, alguna vez, hiciera algo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 25 de noviembre de 2002