Un periodista con inquietudes literarias que ha escrito de todo pero no publica ni gana ningún premio decide hacer un pacto con el diablo: el éxito a cambio de cederle a su novia por una noche. Ése es el arranque de El rabo del diablo (Algaida), novela con la que Francisco Galván (Madrid, 1958) obtuvo el tercer Premio de Picaresca Diablo Cojuelo que convoca el Ayuntamiento de Écija. Galván ha escrito una comedia satírica en la que además de una crítica social contra la Iglesia, el mundo de la cultura y la política, describe "el infierno de los celos".
"Los celos son el aperitivo del infierno que el diablo sirve en la tierra. (...) Fundados o no, son un infierno, una enfermedad como otra cualquiera. El personaje, patético, enloquece de celos, que es lo que pretendía el demonio", apostilla el escritor, periodista de la Agencia Efe. Junto a los sentimentales y sexuales están también los profesionales, pues el protagonista se encela con el éxito de su novia, una diseñadora de moda que triunfa escribiendo. "Es un libro feminista, aunque a primera vista no lo parezca. Él es un descerebrado; ella es sensata y equilibrada", afirma el autor
Galván opina que ahora hay más motivos para sentirse celoso: "La mujer ha dejado de ser una posesión del hombre. Al ser más libres, los hombres pueden caer más en los celos. Es un sentimiento que puede crecer al haber menos control, pero las mujeres también los sienten. Es un síntoma de posesión, pero el amor, salvo que inventemos otro tipo de relación, es eso".
El diablo de la nueva novela de Galván no está interesado en las almas. "Lo que quiere es hacer sufrir a los humanos en la tierra", explica Galván, que ha utilizado esta figura como una alegoría del "precio que se está dispuesto a pagar por la fama, el dinero, el poder o el éxito".
Galván publicó el año pasado su primera novela, Las esmeraldas de Cortés, una obra de misterio sobre la muerte de la esposa del conquistador. El escritor ganó recientemente el premio Ateneo de Valladolid, que se publicará en enero, con Cuando el cielo se caiga.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 25 de noviembre de 2002