Acabo de pasar por el Camino del Canal, en la Huerta de La Punta; entre el barrio de Natzaret y el nuevo cauce del Turia. Barracas y alquerías están siendo derribadas para ampliar el puerto. El paisaje es sobrecogedor: en primer término las casas derribadas; los escombros; la destrucción; la muerte. Un poco mas allá la vegetación; la frescura; la Huerta; la Vida.
En ningún lugar civilizado se permite lo que aquí. Sólo un loco puede autorizar este atentado, y solo un especulador puede llevarlo a cabo. Que Dios les perdone.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 25 de noviembre de 2002