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OPINIÓN DEL LECTOR

Taxi libre

Uno, dos, tres, hasta cuatro taxis libres pasaron delante de mi mujer sin detenerse ante su requerimiento. De mi mujer, mi hijo de dos meses y su cochecito. Llovía con rabia. Sólo el quinto que pasó libre se detuvo junto a ellos, se bajó el chófer del coche unos segundos para meter el cochecito en el maletero. Esto era un martes.

El viernes cayó agua nuevamente, y mi mujer, mi hijo, y por supuesto su inseparable cochecito, debían tomar otro taxi para ir al médico. Pues tres cuartos de lo mismo. Vieron cómo pasaban de largo dos taxis libres. El tercero sí paró, pero esta vez el chófer no se bajó del coche para ayudarles. No bajó del coche, pero el dedito con el que aprieta el contador salió como una flecha hacia el botón de ON sin siquiera haber preguntado a los clientes adónde querían ir. Un cordial saludo a ese 25% de buenos taxistas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 25 de noviembre de 2002