Mi nombre es Adriana Spione y vivo en Argentina. Como todos saben nuestro país atraviesa una gran crisis producto de las políticas neoliberales de la globalización y del actuar inescrupuloso de la clase política vernácula.
Pero lo que me mueve a escribir esta carta no es la justificación de nuestros problemas, sino el ver cómo, tanto en España como en la Italia de Berlusconi, se comienza a querer implementar las mismas políticas que nos llevaron a la destrucción. Un pueblo dedicado al shopping y a las compras en cuotas, a los reality shows, en definitiva un pueblo distraído mientras se recortaban sus derechos a la salud, a la educación, al trabajo y por supuesto a los sueños de progreso que fue lo único que trajeron nuestros abuelos de Europa (no 30 euros por día, ni reserva en hotel, ni carta de invitación de ningún pariente).
Fue así como este pueblo distraído "por espejitos de colores" comenzó a perder derechos y lo primero que dijo era que los inmigrantes eran los culpables de la destrucción del mercado de trabajo -en nuestro caso bolivianos, paraguayos, peruanos-. Ahora ya se fueron a sus países por la crisis y los puestos de trabajo siguen sin estar. No será que hay un "poder" que quiere sobrevivir a costa de "comerse a los seres humanos".
Las políticas que se intentan aplicar comenzarán primero por los derechos sociales, luego por la gente mayor, luego por los de edad mediana -aquí las personas de 40 años ya no consiguen trabajo- y por último se llevarán a los jóvenes, aquí por falta de recursos. ¡Cinco millones de jóvenes de entre 14 y 18 años no trabajan ni estudian! Mirénnos en los noticieros, somos un pueblo sin dientes (literal) por mala alimentación y falta de atención primaria en salud. Me mueve a escribir esta carta el dolor que me produce el sufrimiento del ser humano, no importa su nacionalidad, raza, religión, quiero que nos vean como a un espejo de lo que les puede pasar. Nosotros ya vimos la película y conocemos el final.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 25 de noviembre de 2002