Los inspectores de armas de Naciones Unidas llegaron ayer a Bagdad para iniciar una misión crucial que podría inclinar la balanza hacia la paz o la guerra en Oriente Próximo. Un equipo de 17 inspectores, el primero que llega a Irak desde la interrupción de las inspecciones, en 1998, aterrizó en Bagdad a primera hora de la tarde a bordo de un avión de carga con el emblema de la ONU.
Poco antes de que el aparato tomase tierra, el primer ministro británico, Tony Blair, advirtió al presidente iraquí, Sadam Husein, de que no debe jugar al escondite con los inspectores. "No nos cabe duda de que [Sadam] tiene armas de destrucción masiva", dijo Blair en una rueda de prensa ofrecida en Londres. "Vamos a ver qué dice, pero he dejado bien claro varias veces que Sadam debe hacer una declaración sincera".
Por su parte, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas decidió anoche prorrogar durante nueve días más el programa Petróleo por Alimentos destinado a limitar el impacto que tienen en la población civil las sanciones económicas contra el régimen de Sadam Husein. El programa expiraba a las seis de esta madrugada y ha sido renovado sólo por nueve días, y no por los 180 previstos en un principio, a causa de divergencias entre los miembros del Consejo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 26 de noviembre de 2002