El carácter femenino de la universidad es algo más que una cuestión de género gramatical. La cada vez mayor presencia de mujeres en el alumnado y el cuerpo docente es uno de los ejes de la evolución de la enseñanza superior en España. La Universidad del País Vasco (UPV) no es ajena a esta tendencia, como demuestran las estadísticas, que reflejan que en los 15 últimos años se han invertido los porcentajes de hombres y mujeres matriculados en las más de 80 titulaciones ofertadas por la UPV.
En el curso 1986-87, el 53,78% de los estudiantes de la universidad pública eran varones y el 46,22%, mujeres. En el 2001-02, la mayoría del alumnado, un 56,02%, es femenino, frente a un 43,98% masculino. Las causas de esta notable transformación están muy relacionadas con la evolución del papel de la mujer en la sociedad en las dos últimas décadas. Según el grupo de expertos que analizó en 2001 este proceso en la elaboración del diagnóstico del sistema público universitario vasco, en el crecimiento del número de mujeres que se incorporan a la enseñanza superior intervienen "decisivamente" cambios socioculturales generalizados, sobre todo en el área del trabajo. "La incorporación de la mujer al mercado laboral ocupa un lugar central. Genera una expectativa que ubica a la universidad como referente formativo básico en generaciones con tasas de escolaridad preuniversitaria muy elevadas", según ese texto.
La vicerrectora de Alumnos de la UPV, Beatriz Casares, añade la formación profesional como otro factor que, a su juicio, hay que tener en consideración cuando se estudia ese aumento de la presencia femenina. "Me da la impresión, que creo que es muy cercana a la realidad, de que la FP continúa siendo una elección sobre todo masculina. En esta rama de la educación no se ha alcanzado el nivel de incorporación de la mujer que hay en la universidad, lo que redunda precisamente en que la primera opción de las jóvenes sea la enseñanza superior", explica.
No obstante, la ampliación de la presencia de la mujer en las aulas de la UPV no es uniforme. La influencia de los roles que la sociedad sigue atribuyendo a hombres y mujeres se deja ver también en la composición del alumnado de las distintas titulaciones. Así, en todas las ingenierías, a excepción de la Ingeniería Química, donde las alumnas son mayoría, la proporción de varones y hembras oscila, en función de las especialidades y de los centros, entre 60-40 y 95-5.
Por el contrario, en estudios como los de Enfermería, Farmacia, las filologías, Psicología, Bellas Artes y Magisterio, salvo en la especialidad de Educación Física, las estudiantes suponen entre un 70% y un 85% de sus alumnados. Casares afirma que la asociación de determinadas titulaciones con un sexo u otro es una realidad que hay que cambiar, aunque para ello todavía es necesario mucho tiempo. "Se están produciendo pequeños cambios. Cada vez hay más enfermeros, cada vez hay más alumnas de ingeniería, pero se requieren muchos años para lograr que no se identifiquen algunas carreras como carreras de hombres o de mujeres", advierte.
En cualquier caso, resulta paradójico que, pese a que la mayoría de la población universitaria es femenina, el mercado laboral sigue copado por los hombres, algo que también sucede en el propio cuerpo docente de la UPV. Por cada profesora que trabaja en la universidad pública vasca, hay dos profesores. De todos modos, los datos muestran que también en este aspecto se aprecia una tendencia hacia una mayor participación de la mujer. Mientras que casi el 80% de los catedráticos, personas por lo general de mayor edad y con más años de experiencia, son hombres, en la categoría de asociados, donde acceden personas más jóvenes que inician su carrera docente, el porcentaje de varones se reduce hasta un 64%.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 26 de noviembre de 2002