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Crítica:CLÁSICA

La utopía musical aún es posible

William Christie ha vuelto a enamorar en Madrid. En el mismo teatro, La Zarzuela, en el que en 1992 sacudió las sensibilidades operísticas abiertas, al frente de Atys de Lully; en la misma ciudad donde en 2001 deleitó en el auditorio con la versión en concierto más teatral e imaginativa que se pueda imaginar de Dido y Eneas, de Purcell. Precisamente han sido obras de Lully, Purcell y también Monteverdi, es decir, la flor y nata de la ópera francesa, inglesa e italiana del XVII, con las que ha conformado la primera parte de su programa madrileño, el punto final de una gira con jóvenes cantantes de su academia, que ha recalado en la última quincena en nueve ciudades europeas. Nueve cantantes, entre 22 y 30 años, elegidos entre 262 aspirantes, con los que Christie ha confirmado su condición de gran pedagogo y ha regenerado la emoción pura de la ópera.

Le Jardin des Voix Les Arts Florissants. Director: William Christie. Intérpretes: Soledad Cardoso, Céline Ricci, Orlanda Velez, Blandine Staskiewicz, Christhope Dumaux, Marc Mauillon, Jeffrey Thompson, Gabriel Bermúdez y Joao Fernandes. Teatro de La Zarzuela, Madrid, 26 de noviembre.

Christie ha seleccionado los diferentes fragmentos de este fascinante viaje a las entrañas de la música barroca por las características de los cantantes. En unas declaraciones recogidas por Le Monde manifestaba que, "a diferencia de otras academias como las de Aix o Ambronay, aquí los alumnos no alimentan un espectáculo, sino que son ellos mismos el espectáculo". Tiene razón. Todos los cantantes están excelentes. Es una satisfacción que un español como Gabriel Bermúdez muestre un dominio tan apabullante estilísticamente del recitativo de la "tragédie lyrique" en el fragmento de Lully y despliegue una línea de canto tan depurada en Telemann.

Pero no es cuestión de individualidades. Lo que se impone colectivamente es la exactitud de la afinación, la precisión de la dicción, la acentuación. Y el amor por el trabajo bien hecho que alcanza también el aspecto teatral, pues todos se muestran como consumados actores al transmitir sentimientos, sin escenografías añadidas, con la esencial dirección de Vincent Boussard.

No es descubrir nada decir que Christie es uno de los pocos genios que existen en la dirección orquestal. La música del barroco alcanza puro estremecimiento al escuchar a su grupo Les Arts Florissants. Con ellos, su jardín de las voces se convirtió para el espectador en un auténtico jardín de las delicias.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 28 de noviembre de 2002