La exposición Ramiro Tapia. Años 50 exhibe 52 obras de este artista, nacido incidentalmente en Santander el año 1931, aunque de origen salmantino y residencia madrileña. De entrada, hay que saludar como un acierto esta iniciativa de la galería Guillermo de Osma, que sigue demostrando así su selectivo criterio para destacar episodios y personalidades del arte del siglo XX.
Aunque Ramiro Tapia haya compatibilizado su labor pictórica con la del diseño industrial y la decoración arquitectónica, en lo que fue un pionero en nuestro país, y haya rehuido las algarabías promocionales, no se trata tanto de que, a estas alturas, haya que reivindicar su valor artístico, como de precisar, en efecto, la importancia de su papel en una de las décadas más interesantes y feraces de la vanguardia española tras la guerra civil, la de los años cincuenta del pasado siglo, tal y como ha sido hecho en la muestra que comentamos.
RAMIRO TAPIA. AÑOS 50
Galería Guillermo de Osma Claudio Coello, 4. Madrid Hasta el 20 de diciembre Galería Colón XVI Colón de Larreátegui, 16 Bilbao. Del 31 de enero al 8 de marzo de 2003
A comienzos de dicha dé
cada, con apenas veintipocos años, Ramiro Tapia desarrolló una obra pictórica en perfecta sintonía con el espíritu vanguardista internacional, que, por aquel entonces, estaba fascinado con la figura de Paul Klee. No fue el único en hacerlo en nuestro país por aquellas fechas, donde los mejores se adentraron en el informalismo de la mano de un Klee visto en clave surrealista, pero probablemente fue uno de sus más inteligentes y delicados intérpretes, además de haber sido también quien supo sacarle un mejor y más versátil provecho. Por otra parte, a diferencia de otros jóvenes creadores de su generación, que, muy pronto, se lanzaron por los caminos del informalismo y del expresionismo, Tapia se mantuvo fiel, durante toda la década, al universo de Klee, si bien, al final de la misma, dio más relevancia al empaste pictórico e hizo formas más geométricas y monumentales, todo lo cual le sirvió como base al que fue su posterior estilo de arquitecturas fantásticas.
La claridad y el refinamiento con que Tapia concebía su universo mágico atrajo a Willi Wakonnigg (1914-2000), artista también y fundador de la prestigiosa firma Gastón y Daniela. De la colaboración entre ambos surgieron diseños, cuya modernidad y audacia no tenían parangón en la España de entonces y que hoy nos siguen asombrando. De todas formas, el fundamento y la clave de todo ello está en esta pintura de Tapia de los años cincuenta, que no sólo no ha "envejecido" con el paso del tiempo, sino que quizá hoy somos más capaces de apreciar en su fragancia y sutileza.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 30 de noviembre de 2002