"No es sostenible que España mantenga un diferencial de inflación, entre el 1,3% y el 1,6%, respecto a la media de la UE". Con esta sentencia, el vicepresidente, Rodrigo Rato, reconoció ayer que la inflación es talón de Aquiles de la economía. Por eso, el Gobierno fija como prioridad mantener el diferencial de inflación en un punto como máximo.
Con un índice de precios del 4%, "no estamos en el mejor momento", dijo el responsable del equipo económico del Gobierno, quien también alertó sobre la posibilidad de que la tensión inflacionista se capilarice, a través de la negociación colectiva, y llegue a todos los sectores de la economía. Un temor que, para Rato, sólo puede disiparse aplicando la "moderación salarial". Era la respuesta a Rodríguez Zapatero, quien había destacado que "la inflación no ha hecho más que crecer desde que España entró en el euro". El vicepresidente también calificó de insostenible el actual diferencial de inversión en I+D. A este respecto pidió un cambio de mentalidad de los empresarios a favor de la innovación.
Compensar el mercado
El presidente del Círculo de Economía, Antoni Brufau, defendió la necesidad de políticas públicas que aseguren el reequilibrio económico territorial. En su intervención, Brufau pidió que las inversiones en infraestructuras, las políticas de privatización y la localización de las instituciones del Estado no acentúen los efectos centralizadores que comportan la globalización". El presidente del Círculo propugnó una actitud abierta, no defensiva, ante la globalización pero reclamó "políticas públicas que compensen los efectos desequilibradores de las fuerzas del mercado".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 1 de diciembre de 2002