Reinhold Messner (Vilnoss, Tirol italiano, 1948) es un mito viviente del alpinismo, el suicida cerebral que desafió a la física para demostrar que es posible subir a la cumbre del Everest (8.848 metros) sin oxígeno artificial. Juanito Oiarzabal (Vitoria, 1956) nunca podrá aspirar a recibir los honores del tirolés, el más grande alpinista moderno. Pero la idea de acercarse a su currículo le atrae. El primer español (y sexto del mundo) en conquistar los 14 ochomiles del planeta no ha parado su carrera. Suma 16 ascensiones y va a por 18, récord que sólo tiene Messner. Si Oiarzabal no ha podido alcanzar iguales cotas de calidad en las ascensiones, al menos lo quiere intentar en cantidad. "Es un privilegio que me den la oportunidad de seguir su estela", confiesa.
Oiarzabal conoce mejor que nadie el mérito de sus logros. "No quiero vender esto como un récord", dice, "sólo como una anécdota. Para mí es muy bonito tener los mismos ochomiles que Messner". Cuando el tirolés terminó su carrera ochomilista, le prometió a su madre que nunca más volvería a un gigante del Himalaya. Durante años cumplió su promesa, hasta que en 2000 intentó una nueva ruta en el Nanga Parbat (8.125 metros).
Oiarzabal, en cambio, sigue enganchado a los ochomiles, no sólo por profesión, sino porque la alta montaña le sigue divirtiendo. "Disfruto al 100% y cuando mi edad me impida subir un ochomil, subiré un sietemil, y cuando no pueda, los Pirineos, y después los montes vascos, que la mayoría no conozco", dice.
El 7 de enero saldrá hacia el Broad Peak (8.047 metros) con el programa televisivo Al filo de lo imposible (junto con Juan Vallejo, Iosu Bereziartua, Ferrán Latorre y Mikel Zabalza) para intentar completar la primera ascensión invernal al Karakorum, la cordillera más occidental del Himalaya. Eso, si antes no lo consiguen otros que están intentándolo. El polaco Krysztof Wielicki, de 53 años, quinto alpinista en ascender los 14 ochomiles, prepara una expedición al K-2 (8.611 metros), también en invierno. En junio, Oiarzabal quiere volver al Gasherbrum II (8.035 metros). Si llega a la cumbre, igualaría a Messner en ochomiles.
El vitoriano no sólo planea expediciones. Entre viaje y viaje, deja impresas sus experiencias. Su último proyecto es el libro El Everest de Juanito Oiarzabal (Desnivel), el cuarto que él protagoniza. Lo ha escrito Kilo Betelu, un experto en montaña.
Abunda la bibliografía sobre el Everest, pero casi siempre desde un punto de vista mítico. Este libro, en cambio, ofrece una perspectiva realista. Relata pormenorizadamente la historia de la montaña, desde los primeros exploradores británicos en los años veinte, con la desaparición enigmática de Mallory e Irvine, hasta las pioneras ascensiones de Messner en los setenta.
La segunda parte detalla las impresiones de las cuatro expediciones de Oiarzabal al Everest. Con la perspectiva que da el tiempo, el alpinista habla con crudeza. Admite que en la primera "había mucho jefe y poco indio". Recuerda la amargura de perder en la segunda expedición a un compañero, Antonio Miranda, y el conflicto de conciencia que le supuso ascender con ayuda de oxígeno. O cómo la última vez que hizo cumbre se cruzó allí "con otras 86 personas", por lo que concluye que el Everest "ha perdido todo el romanticismo".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 1 de diciembre de 2002