Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
Una nueva oleada contaminante llega al litoral | CATÁSTROFE ECOLÓGICA EN GALICIA

Otra marea negra envenena la Costa da Morte

Las playas de Muxía, Camariñas, Fisterra, Carnota y Ferrol reciben una segunda invasión de fuel

La segunda oleada de manchas de fuel del Prestige impactó ayer por la mañana contra la Costa da Morte, prácticamente en los mismos puntos que fueron contaminados hace 15 días tras el primer vertido. Las playas y arrecifes de la localidad de Muxía recibieron una segunda mano de chapapote, que también cubrió playas de Camariñas, Fisterra, Carnota e incluso Ferrol, mucho más al norte. Se trataba de churretes dispersos y de extensión variable, ya que la mancha principal sigue aún en el mar, a unas 19 millas de Corrubedo, el cabo sito entre las rías de Muros y Arousa. La posición de este vertido y la previsible llegada de viento del noroeste derrumbó anoche la optimista previsión oficial de que ambos enclaves, de enorme riqueza marina, se iban a salvar.

La mancha grande está ya a 35 kilómetros de Corrubedo, frente a las rías de Muros y Arousa

Los barcos succionadores han recogido del mar unas 5.500 toneladas de fuel

Las manchas llegaron a traición. La densa niebla que durante las primeras horas del día desdibujaban la Costa da Morte impidieron ver la llegada de la primera parte del segundo capítulo del vertido del Prestige. Se olía el fuel pero no se veía. Los aparatos de reconocimiento no pudieron despegar durante horas por la falta de visibilidad y la persistencia de las lluvias. La vigilancia desde tierra era inútil. Los barcos succionadores, repletos de combustible, estaban amarrados.

La alerta la dio Ramón Pérez, responsable de Protección Civil de Muxía. "Está llegando una mancha, mayor que las de hace 15 días, a la playa de Nemiña, pero no puedo saber cómo es de grande". Nemiña es una playa indómita, a mitad de camino entre el faro de Touriñán (en cuyos acantilados las olas y el fuerte viento levantaban espumas negras) y el casco urbano de Muxía. "Es bastante grande y desde luego mucho mayor que la que ya hemos limpiado en los últimos días", insistía.

La placa de engrudo, de unos 200 metros cuadrados, llegó a Nemiña muy de mañana con la marea alta. "Cuando llegamos a las ocho de la mañana ya olía a fuel pero no se veía", explicaba José Miguel Suárez, miembro de una cuadrilla de Tragsa, la empresa encargada de la limpieza del fuel, que sostenía entre sus manos un ejemplar de muxo (un pescado parecido a la lisa, acostumbrado a la suciedad) totalmente embadurnado de fuel. Por la tarde, cuando la marea se retiró, se vio el mal. "La mancha tiene como 30 metros de ancho y más o menos los mismos de largo y el grosor debe ser de 20 centímetros", precisaba Manuela Louro, también de Tragsa. Esta playa había quedado anteayer completamente limpia y sólo quedaba galipote en las rocas.

Las primeras manchas se saltaron las arenas de la playa de Lourido, donde un equipo vasco de la Sociedad Española de Ornitología (SEO) buscaba aves afectadas por el vertido. Xabier Iglesias y Jonathan Vaz explicaban que no habían hallado ningún ave en la zona, pero que anteayer otro equipo había recogido 13 pájaros muertos en las playas de Carnota. Esta última localidad recibió crudo disperso y desigual en unos cuatro kilómetros de playas, según el edil de Medio Ambiente, Marcelino Saborido. En Camariñas ocurría otro tanto de lo mismo entre Camelle y Vilán, decía el alcalde, Juan Bautista Santos, que veía con temor aproximarse una placa de chapapote de unos 200 metros cuadrados. Fisterra se lamentaba mientras se emborronaban dos de sus playas más salvajes: O Rostro y Mar da Fora. Por el norte, otra mácula se detuvo en las playas de Campelo y Meirás, en Ferrol, en lugar de seguir camino al Cantábrico.

Otra de las manchas, larga y estrecha, entraba en el mismo Muxía. Llegó al Coido, una plaza del pueblo abierta al mar y que está embadurnada de chapapote en toda su extensión; recubrió las rocas de Pedriña, junto a un secadero de palometa, y le dio una segunda capa a las piedras del Santuario de Nuestra Señora de la Barca. "Ya te lo dije: Muxía es un embudo y lo chupa todo", afinaba el ex marinero Juan Boa.

Muxía, repleta de efectivos de todas las organizaciones y colores, se tragó el segundo vertido, que está embarrando sus calles de pegotes de alquitrán desplazados por todas partes en los zapatos de voluntarios, contratados y curiosos. El viento trae un picante olor a fuel.

Más de 300 voluntarios, llegados desde diferentes puntos de España y el extranjero, se batieron contra el nuevo vertido, sin dejarlo posarse, ya que, afirmaban, si se le deja reposar se estratifica con la arena y es más difícil de retirar. "Son universitarios que han venido el fin de semana, pero tienen muchas ganas y hay que ayudarles. A cada uno de ellos se le da un mono de plástico blanco, bastante impermeable de usar y tirar, que cuesta unos seis euros", afirmaba Ramón Pérez, jefe de Protección Civil de Muxía. Al acabar la jornada, hay que tirarlos porque se han vuelto negros y pegajosos.

La Cruz Roja de Fisterra y Betanzos montó frente a la lonja un destacamento para atender a los voluntarios. "Estamos atendiendo a unas 500 personas al día, pero para darles de comer, ya que problemas sanitarios apenas hemos tenido", afirmaba Manuel Pinelo, presidente de la ONG en Fisterra. La ciudad se ha llenado de carteles dando las gracias a los voluntarios, la mayoría de los cuales se irá hoy. "Pero van a venir más, aunque el Ayuntamiento esté al límite de sus posibilidades económicas porque se está gastando un dinero que no tiene", según Ramón Pérez.

"Pero el caso es que lo más probable es que durante los dos o tres próximos días siga llegando chapapote", precisaba Ramón Pérez. De hecho, lo que ayer se arrumbó en la tierra eran grupos de manchas dispersas, tal y como las definió por la mañana Mariano Rajoy, vicepresidente del Gobierno. Rajoy aseguró que la flota extranjera de barcos succionadores, coordinada por técnicos británicos, había recogido en conjunto del mar unas 5.500 toneladas de fuel. Los más efectivos en la recogida estaban ayer al pairo en la entrada de la ría de Fisterra.

La mancha principal, de una extensión variable debido a las olas y las mareas, se encontraba ayer a unas 19 millas del cabo Corrubedo, en la embocadura de la ría de Muros y unos kilómetros al norte de la entrada a la de Arousa. La amenaza provocó la apresurada recogida del mejillón y una intensa jornada de marisqueo en Muros, mientras que en O Grove, en la parte de la ría de Arousa que pertenece a Pontevedra, los pescadores tendieron una barrera de tres kilómetros. El previsible cambio del viento, que si se cumplen los partes meteorológicos rolará al noreste, hace que de nuevo el peligro se cierna sobre estas zonas, cuajadas de miles de bateas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 2 de diciembre de 2002