Son tantas las cosas que tengo que agradecer a nuestro queridísimo Ayuntamiento que no sé por dónde empezar.
En este caso, no tengo más que palabras de agradecimiento y admiración para aquella persona que, pensando en la falta de adrenalina en nuestra vida, ha decidido apagar por completo las calles de mi barrio al anochecer, de modo que llegar sana y salva a casa se convierte en un auténtico deporte de riesgo.
Ya el año pasado por estas fechas mi novio y yo conseguimos superar esta prueba, pero parece ser que este año hay que revalidar el título en el campeonato que llevamos a cabo los vecinos de las calles Cañete, José Garrido, El Toboso, El Tordo o Santiago Esteve. ¿Cómo llegar tarde a casa del trabajo, o cómo ir a clase al instituto o la facultad por la tarde si a las siete ya es de noche, o cómo ir al gimnasio?
Por otro lado, ¿Cómo va el Ayuntamiento a apagar la calle Génova, la plaza de la Villa o el paseo de la Castellana? ¡No, por Dios!, si mi barrio ya era zona conflictiva, ahora hay fiesta a diario y corrillos que celebran estos apagones.
Sí, con el PP vamos a ganar en seguridad, vamos... no hay más que ver la de patrullas policiales que pasan constantemente por estas calles en los momentos en los que no hay ni una luz.
Sólo espero que cuando llegue la Navidad pueda celebrarla contemplando los maravillosos alumbrados con luces multicolores sin un bolso de menos o un navajazo de más, pero, aunque así fuera, al menos podré pensar que habrá servido para que el Ayuntamiento haya podido ahorrar un poco de energía y sacar algún provecho a costa de los mismos pobres de siempre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 2 de diciembre de 2002