Leo mucho esta sección y casi siempre es para denunciar o para decir lo mal que funcionan las instituciones. Quiero romper una lanza por una institución que me ha sorprendido por su profesionalidad y por su cariño y creo que la mejor manera para que ese equipo siga trabajando en esa línea es darles un reconocimiento público de agradecimiento. Me refiero al Instituto Provincial de Rehabilitación (IPR, como lo llaman), en la calle Francisco Silvela, 40.
He tenido a mi madre ingresada hasta su muerte y se han portado de maravilla todo el equipo, y es por ello que les quiero homenajear y decir que la sanidad pública funciona gracias a las personas que trabajan allí y no a las grandes cifras y grandes discursos.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 4 de diciembre de 2002