Miguel Puchol es un consultor de seguridad, especialista en transmisiones por el aire. Su nueva diversión es llevar una antena con base magnética en el techo del coche, conectada a un portátil que reposa en el asiento del copiloto, que, durante sus desplazamientos, detecta puntos de acceso a redes inalámbricas. Sólo en Barcelona ha encontrado 500, pertenecientes a empresas y particulares, el 90% sin protección criptográfica, totalmente abiertos a los intrusos.
Puchol es el único participante español en un evento llamado WorldwideWardrive, donde, durante una semana, expertos de todo el mundo buscan y catalogan los nodos inalámbricos en sus ámbitos geográficos. La práctica llamada wardriving -lanzar un programa que busca señales en el aire- es la única forma de detectarlos. Su intención: llamar la atención sobre la gran cantidad de redes desprotegidas.
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El primer WorldwideWardrive se celebró en septiembre, el segundo en octubre y el tercero será a principios del año que viene.
"Estuve en el SIMO y capté 43 puntos de acceso; sólo cuatro de ellos usaban criptografía. Es un peligro muy grande, porque, aunque se pongan cortafuegos, los accesos inalámbricos abiertos son una puerta falsa a entidades y empresas", advierte.
Puchol no se introduce en las redes, sólo las cataloga y las sitúa en el mapa, sin hacer públicos los datos exactos: "Mi ordenador está configurado para que ni involuntariamente se pueda conectar a los puntos que detecta. El motivo no es reventar redes sino despertar la consciencia del peligro".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 5 de diciembre de 2002