Un 78% de los 118 menores toxicómanos atendidos cada año en los centros para drogodependientes del Ayuntamiento de Madrid finalizan "con éxito" el tratamiento, según aseguraron el miércoles los responsables del plan municipal sobre drogas al presentar el balance de los 10 años de vigencia del programa de atención a adolescentes con adicciones. Un tratamiento finaliza con éxito si el chaval lleva al menos seis meses sin consumir; si ha aprendido a enfrentarse a los problemas diarios; si ha mejorado su relación familiar y si ha empezado a formarse o a trabajar y a emplear de forma diferente su tiempo de ocio. El 53% de los chavales cumple "totalmente" estos objetivos del programa y un 25% de forma parcial aunque "suficiente". El 22% restante fracasa o ni siquiera finaliza el programa.
Nieves Herrero, directora del plan, explica que estos resultados "son mucho mejores que los que se obtienen en los tratamientos con adultos". "Eso supone que debemos seguir potenciando los programas de atención a menores con problemas de drogas para tratar los consumos antes de que se cronifiquen", añade.
Según Herrero en el tratamiento de los menores adictos "lo difícil no es la desintoxicación, sino conseguir que los chicos cambien de hábitos de vida". "Normalmente suelen tener también otros problemas y es sobre todo ahí donde hay que hacer hincapié", añade, refiriéndose a que el 37% ha dejado de estudiar o sólo va a clase a veces y a que cuatro de cada 10 pasan el tiempo deambulando por el barrio, a menudo en pandillas conflictivas.
En los últimos seis años han sido 457 los chicos tratados de adicciones en los siete centros municipales de drogodependientes (CAD). La mayoría eran varones de unos 17 años que vivían con su familia. Sobre todo consumían alcohol (un 95%); cannabis (95%) y drogas de síntesis (55%).
8.600 menores "en riesgo"
Además de estos chavales que han accedido a tratarse en los CAD, normalmente llevados allí por sus propios padres, los educadores del programa de menores han contactado a pie de calle en estos seis años con otros 8.600 chicos con consumos de riesgo. "Esos 8.600 menores toman a veces tantas drogas como los que nos llegan a desintoxicarse pero a ellos no nos los trae la familia, son los educadores de calle los que tienen que ganarse su confianza. Suelen ser las asociaciones de los barrios las que avisan a los educadores de en qué pandillas se están dando esas conductas de riesgo", añade Herrero.
Estos muchachos que se encuentran en el filo de la navaja viven en barrios con fácil acceso a las drogas (un 75%); la mitad sólo va a clase de vez en cuando y el 65% pasa las horas muertas en la calle. Tres de cada 10 tienen problemas de alcoholismo en su casa, entre sus padres o sus hermanos. Los educadores de calle realizan con ellos diversas actividades educativas, deportivas y de ocio (excursiones, talleres...)
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 6 de diciembre de 2002