Quisera llamar la atención por la muerte de sida este año de tres millones de personas; es una cifra que se dice pronto, pero que estremece. El genocidio silencioso del sida se está dando sin tener para combatirlo ningún apoyo mediático o de los Gobiernos occidentales; existe un absoluto abandono de este tema y no existen donaciones ni ayudas oficiales para combatir esta tragedia. Hay ahora mismo en África catorce millones de niños huérfanos por el sida, y más de seiscientos mil contagiados nada más nacer; las cifras crecen de forma espeluznante, con un índice de contagio de 12.000 casos diarios.
Uno se pregunta cuándo va a comenzar a ser noticia esta tragedia que se ha convertido en algo silencioso. Este mundo neoliberal nos envía el mensaje de que estamos en zona protegida, con acceso a medicamentos y tratamientos, pero esta sensación especular, este espejismo tecnológico que nos rodea, nos vuelve inmunes y de piedra ante fenómenos tan graves como éstos. África no está de moda, porque en África se muere de sida, de guerra o de hambre, y cada día nos interesa menos; a ver si se mueren todos de una vez y no nos estropean la comida con la pornografía del hambre, esa que verdaderamente no podemos resistir. La toma de conciencia de esta tragedia es el paso previo de toda acción virtuosa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 7 de diciembre de 2002