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OPINIÓN DEL LECTOR

La marea negra

Abanto-Zierbena

El trágico suceso del Prestige que está asolando, de momento, las costas gallegas, ha destapado una serie de contradicciones y miserias que acompañan a algunos políticos.

Por orden de proximidad, a los gallegos, desde su eterno presidente de la Xunta hasta los simples alcaldes de esos puertos devastados: el uno por su desinterés y su arrogancia, ante la catástrofe y la moción de censura; los alcaldes, por su negligencia, incapacidad y cobardía ante los hechos, pues mientras hace bien poco gastaban millones de pesetas en patrocinar conciertos de Julio Iglesias, ahora son incapaces de proporcionar los medios mínimos e imprescindibles a los cientos de voluntarios.

A los políticos de Madrid; al presidente Aznar, que sigue desaparecido y mintiendo por Europa; a Rajoy, por su caradura al minimizar la catástrofe; a Zapatero, por su demagogia (en vez de ir a Santiago tenía que haber llamado a sus bases para echar una mano en la limpieza); y por último, al Rey, por su tardanza en visitar la zona y no ofrecer ninguna solución práctica: sólo palabras.

Por último, mi admiración a los voluntarios y pescadores que han sido los únicos en plantar cara y trabajar, sin medios y tirando de sus propios recursos, ante la pasividad y la indiferencia de los antes citados.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 7 de diciembre de 2002