Quiero dejar constancia de mi perplejidad ante el lamentable espectáculo político -y político es un adjetivo que sobrepasa con mucho cualquier intento de aproximación a la realidad- que se dio en el pleno municipal del pasado mes de noviembre en Sant Vicenç dels Horts (Baix Llobregat).
Su máximo representante -el alcalde de ICV-, una vez más, dejó muestras patentes de la manera que tiene el equipo de gobierno (ICV, PSC-PSOE y CiU) de entender la política (poco dialogante, poco tolerante, poco abierta, poco democrática, poco de ICV, en definitiva) y de la falta de formas de educación básicas.
A veces, preocupados por la información política que recibimos de los grandes medios de comunicación, centrada únicamente en la política general, nos olvidamos de lo que realmente afecta a nuestra vida cotidiana municipal. Ser testigos de los plenos de nuestra población -en directo o gracias a la radio, como en mi caso- nos permite ver la mentalidad y el talante de los políticos municipales que han sido elegidos con la libertad de nuestro voto.
Si los observáramos y escucháramos lo que son capaces de decir y el modo chapucero como pueden llegar a expresar sus pensamientos, seguramente los vecinos y las vecinas pondríamos más interés a la hora de votar. Al fin y al cabo, la manera de ser y de actuar de los representantes municipales nos favorece o nos perjudica a todos. Y, en Sant Vicenç dels Horts, por el momento, sólo nos perjudica.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 8 de diciembre de 2002