A medida que José María Aznar va respondiendo a las preguntas del director de informativos de TVE, Alfredo Urdaci, los ánimos de los pescadores de la cofradía de Cangas do Morrazo reunidos en la lonja se encrespan. "Es una entrevista manipulada", dice José Luis Martínez, "conoce las preguntas del periodista". Otros se quejan de que el presidente del Gobierno "da la vuelta" a las preguntas. Todas sus respuestas son apostilladas, y no faltan los insultos.
Cuando el jefe del Ejecutivo afirma que el Gobierno ha hecho "todos los esfuerzos posibles en varios frentes", entre ellos el de la lucha contra el vertido, el percebeiro Manuel Nei González no puede contener un grito: "¡Medios, medios, necesitamos medios y no picos y palas!". "¿Qué hacemos con dos chuponas?", dice refiriéndose a las máquinas que separan el fuel del agua del mar. "Necesitamos barcazas grandes con grúas y palas que cojan toneladas de fuel en alta mar en poco tiempo. Con las manos, las palas y los capachos no vamos a ningún sitio", añade indignado. Aznar reconoce que ha podido equivocarse en algún momento en la gestión de la crisis, y afirma que cuando fue así el Gobierno corrigió esos posibles defectos. "¿Qué habéis corregido?", grita el marinero como si el presidente pudiera escucharle.
Aznar va más allá y sostiene que cuando el Gobierno no erró fue en su decisión de alejar el petrolero a 250 kilómetros de la costa. "¿Alguien estaría dispuesto a acogerlo en un puerto con el riesgo de vertido?", se pregunta el presidente. La réplica no tarda: "¿Por qué entonces cambiásteis tantas veces de rumbo?".
La tardía actuación de los militares también es objeto de mofa. "El Ejército estuvo presente desde el primer día", afirma el presidente causando las protestas de los pescadores. Antonio Torres le apostilla con sorna: "¡Sí, desde el primer día, pero en los cuarteles!".
Cuando el lider del PP, que todavía no ha pisado Galicia desde el desastre del petrolero, asegura que visitaría esta comunidad "con mucho placer", saltan la risas: "Mejor que no vengas". "Sólo dice mentiras", comenta José Luis Martínez. "Primero fue que el petrolero hundido ya no soltaba fuel, después que la mancha no entraría en las Rías Bajas, y la tercera que el Ejército estaba aquí desde el primer día".
La entrevista termina con un mensaje a los gallegos. Aznar les dice que nunca han estado solos y que él personalmente tiene un compromiso irreversible con Galicia. Los marineros le dedican un prolongado aplauso repleto de ironía.
En Aguiño le respondieron con el desprecio. Nadie, absolutamente nadie de las apenas 25 personas que se encontraban en el bar O Furón, a mitad de camino entre la lonja y la cofradía de pescadores, prestó la más mínima atención a la entrevista de Aznar en TVE. "Ya sabemos lo que va a decir, que se hizo lo que se pudo, que si los medios... Nos engaña a todos. A ver si se atreve a venir por aquí", sentencia Xosé antes de despedirse de sus parroquianos para largarse a dormir. La dueña del bar cambia a Tele 5 sin dejarle acabar. Luego regresa a la Primera, ya con Operación Triunfo.
Los clientes de O Furón, conocido en media Galicia como el bar con el mejor pulpo, habían pasado de la entrevista de Manuel Fraga en la Televisión de Galicia y zapearon a la Primera. En ella se encontraron con Aznar. Hicieron oídos sordos. "Para qué lo vamos a ver, si lo que nos va a decir es que nos van a ayudar, que se va a arreglar todo... claro, hombre, con el tiempo se arreglará, como se arregla todo", bromea otro José con sus compañeros de bar. María, hija de armador y esposa de marinero, es más contundente: "Lo que ha hecho esta gente se llama traición... A ver si caen todos, desde Aznar hasta Rajoy, que no han hecho más que mentir".
Todos siguen a los suyo y sólo miran de soslayo la enorme televisión de pantalla plana. Una frase escuchada de espaldas les subleva por unos segundos. "Es posible que hayamos tomado alguna decisión equivocada", dice Aznar. "¿Equivocada?", pregunta Julio, primer oficial de un barco que lleva 15 días parado y que ahora coordina a los voluntarios en cinco playas: "Tenía que haber ido al Parlamento y no quiso, tenía que haber venido aquí y no se ha atrevido. Y que había medios, dice el tío, cuando nos faltaba de todo". Xosé remata: "Éste no tiene huevos de venir aquí porque lo echamos a la playa, aunque venga con los tanques y los antidisturbios".
"Ese del bigote, ¿quién es?", pregunta en broma pero con semblante más que serio Juan, armador de uno de los buques afectados por la crisis: "De aquí, de palabra, mucho, pero el problema lo tenemos luego en la caja de ahorros". La dueña del bar cambia de cadena. "Es que algunas de estas personas tienen barcos sin pagar, con 80 o 90 millones de pesetas de deuda, sin saber cómo lo van a superar".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 10 de diciembre de 2002