Este año iré de vacaciones a Galicia.
Y no iré a hacerme fotos, ni a comer percebes, ni a bañarme en la playa.
Iré para solidarizarme con esa bendita tierra, la más rica de España en productos naturales.
Para demostrar que se puede estar muy a gusto sin hacer nada de esto. Simplemente charlando con sus gentes y tomándose un albariño o un trozo de pan gallego. Y para colaborar con una plaza más de turista en una tierra tan castigada.
Yo instaría desde aquí a todos los que se sientan solidarios que este año vayan de vacaciones a esa tierra. A un hotel, a una casa rural, a una aldea... a donde sea. Pero hay que ayudar a Galicia entre todos, no sólo recogiendo petróleo en la playa. También se puede hacer tratando de recobrar la naturalidad.
Y, por supuesto, sin cámara fotográfica, no se vaya a molestar alguien del Gobierno...
Y las agencias de turismo, que implanten en sus folletos un distintivo que diga: ¡Vacaciones en Galicia, no necesita percebes para ver sus maravillas...!
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 10 de diciembre de 2002