La Convención de Cristianos, organizada por las conservadoras Asociación Católica de Propagandistas (sic) y e-cristians, auspiciada por la Generalitat en Barcelona, pretende -aunque reconociendo que las instituciones europeas "tienen que ser de naturaleza aconfesional"- que la futura Constitución europea haga referencia al "reconocimiento del hecho religioso en general y cristiano en particular" de su población. Curiosamente lo argumenta amparándose en los derechos humanos: "La neutralidad de las instituciones europeas no nace de la abstracción de la realidad social, la religión en este caso, sino del reconocimiento de la misma en el marco de las libertades definidas por los derechos humanos". El argumento no deja de ser paradójico si uno piensa que históricamente la lucha por los derechos humanos en el mundo, en Europa y más aún en España se ha realizado siempre contra unos poderes amparados por las religiones de turno, entre las cuales la religión católica -probablemente por su potencial- ha sido la más consecuente de todas. No hace falta remontarse muy lejos en el tiempo ni en el espacio para encontrar ejemplos, solamente a la dictadura franquista.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de diciembre de 2002