Los centímetros de un futbolista con pinta de jugador de rugby llamado Hartson echaron al Celta de la UEFA en su mejor partido. Todo lo que no hizo hace quince días en Glasgow lo puso ayer en práctica el equipo de Lotina, que echó el balón a la pradera y comenzó a explotar a un Celtic sobrado de músculo, pero de deficiente fútbol. El Celta cumplió con su papel casi a la perfección: anotó los dos goles que precisaba y renunció al encontronazo. Pero apareció Hartson, le arreó un empujón a Berizzo y le sacó un rombo al balón con un disparo de acero. La remontada del Celta murió en la orilla.
CELTA 2 - CELTIC 1
Celta: Cavallero; Méndez (Vagner, m. 59), Berizzo (Jandro, m. 83), Cáceres, Juanfran; Luccin, José Ignacio; Jesuli, Edu, Gustavo López; y McCarthy. Celtic: Douglas;, Balde, Valgaeren, Laursen; Agathe, Lennon (Lambert, m. 54), Petrov, Thompson; Sutton; Larsson y Hartson (McNamara, m. 62). Goles: 1-0. M. 23. Jesuli recibe en el área un pase de McCarthy, amaga y dispara con la izquierda ajustado al palo. 1-1. M. 35. Hartson se deshace de la entrada de Berizzo y anota de fuerte disparo a la media vuelta. 2-1. M. 53. Centro raso de Gustavo López que remata McCarthy. Árbitro: Claus Bo Larsen (Dinamarca). Amonestó a Valgaeren, McCarthy y Hartson. Unos 20.000 espectadores en Balaídos, de ellos, 4.000 aficionados del Celtic.
Con escasa profundidad en las bandas pero con McCarthy, se entregó de entrada el Celta al toque, que le condujo directamente al gol. Lo alcanzó en una jugada que se venía repitiendo, con el surafricano aguantando el balón en el área para esperar la llegada de los centrocampistas. Apareció Jesuli, que amagó con estilo y lanzó un tiro ni demasiado fuerte ni demasiado colocado. Movido por el voltaje que despedían las gradas, el Celta tuvo durante diez minutos a su rival donde se merece un púgil: contra las cuerdas. Se asociaron Gustavo y McCarthy y pusieron a su equipo a andar, echando mano de Jesuli y Edu.
Pero el gran enemigo del Celta no fue su sustrato defensivo, que se despegó tras el descanso a golpe de corneta, sino el gol en frío que le endosó Hartson cuando mejor pinta tenía el partido. Por el momento y por la forma: precedido de lo que tuvo toda la pinta de un bofetón sobre Berizzo. El delantero escocés clavó la pelota en la red de un disparo imponente, y obligó al Celta a tirar de heroica.
Y no se desenvolvió mal el cuadro gallego ante la adversidad. Sólo tuvo que engancharse al carro del encorajinado Gustavo López, que se remangó y puso todas las dosis de voluntad que a menudo se echan en falta en este equipo. Cayó a una banda y a otra, se asoció con los de adelante y con los de atrás y, por si fuera poco, puso el siguente gol local en las botas de McCarthy. Tuvo mucho tiempo el Celta para intentar lograr el gol definitivo, pero a echar el cerrojo, nadie da lecciones a los católicos de Glasgow.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de diciembre de 2002