La reunificación de Europa, el histórico objetivo del continente desde la caída del muro de Berlín en 1989, quedó esta madrugada pendiente en la cumbre de Copenhague de sólo mil millones de euros. Es ése el suplemento que exige Polonia para aceptar su entrada en la UE: que los Quince le aporten 20.000 millones en lugar de 19.000 para el periodo 2004-2006. "Es una ocasión única que no podemos perder", advirtió ayer Anders Fogh Rasmussen, primer ministro danés y presidente de la UE. Por eso, los líderes europeos llegados ayer a la capital danesa confían en que hoy se alcance el acuerdo definitivo que dé paso a una Europa de 25 Estados a partir del 1 de mayo de 2004.
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Chipre, Eslovaquia y Estonia han sido los tres primeros candidatos en aceptar la oferta planteada por la presidencia danesa, hecha suya anoche por los Quince, que asciende a un total de 40.403 millones de euros. Pero al igual que el resto de aspirantes (Letonia, Lituania, República Checa, Eslovenia, Malta y Hungría) confían en que, si Polonia consigue algo más, todos saldrán ganando la parte correspondiente.
Las pretensiones de Polonia, el país para el que ha sido diseñada la operación, se basan en que se trata del Estado más grande que se incorporará a la Unión (tiene 38,6 millones de habitantes del total de 74,8 que se convertirán en ciudadanos de la UE), con un fuerte peso del sector agrícola (dos de cada diez trabajadores polacos). Su Gobierno de coalición, cuyo viceprimer ministro pertenece al Partido de los Agricultores, ha presentado ante la opinión pública unas elevadas exigencias a Bruselas y ahora no puede rebajarlas, so pena de abrir una crisis de Gobierno o arriesgarse a perder el referéndum de acceso a la UE en junio del año que viene.
Sobre esas bases, Varsovia quiere más. Y concreta sus peticiones en dos capítulos fundamentales. En primer lugar, quiere que también en 2005 y 2006 la UE le dé los 445 millones de euros que Polonia recibirá en 2004 como ayuda en dinero líquido disponible para hacer frente a gastos diversos derivados de su pertenencia a la UE: reformas administrativas, formación de funcionarios, controles fronterizos... Y además quiere elevar en un 10% la cuota láctea fijada por la Unión en casi 10.000 toneladas anuales, algo que no admite, entre otros, el presidente español, José María Aznar. En total, por tanto, Varsovia reclama otros mil millones más, que para las arcas de la UE se convertirían en unos 2.000, porque los otros nueve candidatos tendrán derecho a un plus equiparable al polaco.
Verdadero riesgo
Rasmussen aseguró a media tarde de ayer que la oferta, superior en 1.300 millones a la que los líderes europeos habían pactado en octubre pasado, es "el máximo de los máximos". Por tanto, advirtió a Polonia que existe "un verdadero riesgo" de que se queden descolgados y de que los Quince cierren un acuerdo sólo con los países que acepten la oferta. "La ampliación puede aún descarrilar y retrasarse varios años", alertó, para añadir que, en todo caso, "los que estén preparados no debieran esperar a los que no lo están".
"En estos momentos, no tengo más dinero", repitió ayer el primer ministro danés. "Haremos lo posible para que Polonia esté a bordo", dijo Rasmussen, quien dejó en el aire la amenaza de que, de no lograrlo ahora, los polacos tendrían que esperar a 2007, cuando ingresen rumanos y búlgaros. Pero sin Polonia en esta oleada, no se podrá hablar de una verdadera ampliación. Se quedaría en un paso más que descafeinado imposible de asumir en Europa. Por eso, Rasmussen se entrevistará hoy en primer lugar con el primer ministro polaco, Leszek Miller, para intentar que acepte la oferta. Será muy difícil, aunque no imposible, que se pongan más millones sobre la mesa para incrementar la factura de la ampliación más barata de la historia de la Unión. Pero sólo si hay más millones el presidente polaco, Alexander Kwasniewski, podrá salvar la cara ante sus ciudadanos.
Francia ya advirtió anoche que la propuesta era "la máxima aceptable" y, aunque Alemania aseguró que el margen de maniobra es "nulo", en Copenhague se espera un último gesto del canciller Gerhard Schröder, que pasaría así ante los polacos como el líder que dio a Polonia el último empujón hacia el paraíso europeo. Pero estas diferencias económicas hasta última hora, tan habituales en la UE, no pueden ensombrecer el objetivo histórico de esta cumbre. Porque, como ayer dijo el presidente del Parlamento Europeo, Pat Cox, a los polacos, "la UE está a punto de alcanzar el Everest". "Nuestra meta es concluir el trabajo de la reunificación de Europa", recordó el primer ministro danés antes de iniciarse la primera reunión de los líderes. "Tenemos al alcance de la mano decisiones históricas", agregó.
Hoy, los jefes de Estado y de Gobierno de los Quince se reunirán con sus homólogos de los trece aspirantes: los diez candidatos a sumarse al club en 2004, junto a los de Rumania, Bulgaria y Turquía. En la foto, sólo faltarán los dirigentes de los Balcanes. La futura incorporación de Serbia, Croacia o Macedonia se configura ya como la próxima etapa de ampliación. Para los actuales líderes europeos, será esa la última oleada que cerrará el gran proyecto de hace medio siglo para conseguir que Europa sea una zona en la que la democracia, la paz, la seguridad y la prosperidad tomen el relevo de tantas décadas de enfrentamientos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de diciembre de 2002