Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra

El demócrata Al Gore anuncia que no se presentará a las presidenciales en 2004

El ex vicepresidente dice que es su "mejor manera de contribuir" al fin de la Administración de Bush

Al Gore no aspirará en 2004 a la presidencia de Estados Unidos. El candidato que obtuvo más votos en las pasadas elecciones y resultó finalmente vencido, tras 36 dramáticos días y por decisión del Tribunal Supremo, anunció anoche que renunciaba a un segundo intento. Seguía siendo el demócrata más popular y el favorito para obtener la nominación en las primarias, pero no despertaba ningún entusiasmo. "Deseo que termine la actual Administración republicana", dijo, "aunque me parece que mi mejor manera de contribuir a ese fin es no siendo candidato".

MÁS INFORMACIÓN

Gore hizo su anuncio por sorpresa, en un programa televisivo de máxima audiencia, después de dos meses de constantes apariciones públicas, y no ofreció su apoyo a ningún otro aspirante.

Nadie fuera del círculo íntimo de Gore, compuesto por su esposa, sus hijas y su cuñado, conoció con antelación una decisión meditada durante meses. El ex vicepresidente se había dado tiempo para reflexionar hasta finales de año, y su creciente actividad pública parecía indicar que Gore se inclinaría por buscar la revancha. Había criticado los planes de Bush respecto a Irak y su gestión de la economía, se había escorado hacia la izquierda apoyando la sanidad pública de cobertura universal y había participado en varios mítines durante la campaña de las recientes elecciones legislativas y estatales. Publicó junto a su esposa un libro sobre la familia, y la campaña de promoción le hizo viajar por numerosas ciudades. El sábado había protagonizado uno de los programas humorísticos más veteranos y célebres de la televisión estadounidense, el Saturday Night Live, y su presencia, anoche, en el programa informativo 60 minutes parecía el remate del precalentamiento antes de lanzarse a la arena de las primarias.

El programa 60 minutes fue utilizado, sin embargo, para dar la sorpresa de su renuncia. "Personalmente, me siento con la energía, la voluntad y la ambición necesarias para realizar otra campaña, pero no creo que deba hacerlo", explicó. Gore trabaja como vicepresidente de una empresa financiera de Los Ángeles, imparte clases en la Universidad de Tennesee y pronuncia conferencias, y, según su propia confesión, gana mucho más dinero que como político.

Una encuesta realizada el sábado en New Hampshire, el Estado donde comienzan las primarias, le auguraba un 31% de los votos, por encima de John Kerry, senador de Massachussets, con el 28%, y muy por encima de su ex compañero de candidatura, el senador de Connecticut Joe Lieberman. Esa relativa popularidad, pese a todo, no le garantizaba nada. Otros sondeos señalaban que si se enfrentara de nuevo a George W. Bush, el popular presidente conservador vencería con el 60% de los votos. Por otra parte, sus recientes giras debían haberle permitido percibir que no despertaba el calor suficiente entre los votantes.

Además, tras el fiasco electoral del mes pasado, las primarias demócratas prometen ser muy duras. Lieberman se había comprometido a no presentarse si lo hacía Al Gore, y ayer el ex vicepresidente le llamó por teléfono para anunciarle que tenía vía libre. Fue el único contacto previo con un alto cargo demócrata. La acritud posterior a la derrota de 2000 y las críticas del partido a la campaña efectuada por Gore abrieron brechas que aún no se han cerrado.

Al margen de Lieberman, cuya candidatura es ahora más que probable, ya han expresado intenciones firmes el senador Kerry y Howard Dean, gobernador de Vermont. Los líderes parlamentarios en la Cámara de Representantes, Dick Gephardt, y en el Senado, Tom Daschle, podrían decidirse pronto, al igual que John Edwards, senador de Carolina del Norte. Incluso el ex general Wesley Clarke, que dirigió la campaña de la OTAN en Bosnia, sopesa la posibilidad.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 16 de diciembre de 2002